domingo, 30 de junio de 2019

Froiz: ¿Hijo de Freyr?

En España hay 237 personas censadas con el apellido Froiz, la mayoría en las provincias de la La Coruña, Pontevedra y Teruel. Su vinculación con Freyr puede deducirse consultando un diccionario godo/inglés[1]. El Dios Freyr en godo se traduce por Fraujis. El termino señor[2] en gótico en nominativo es frauja (pronunciado froia) y el genitivo fraujins (pronunciado Froins) que significa “del Señor”. El nombre Froilán, es una latinización de un nombre gótico que combinaría: Frauja+land (señor de la tierra) o Frauja+ila (pequeño señor), donde ila es un diminutivo. Esta latinización coincide con la que realizó el danés Saxo Gramático, que tradujo el nombre de Freyr al latín por Fro. Es sabido que la terminación “ez” en los apellidos es de origen gótico y significa hijo de, así González significa: “hijo de Gundisalvo” De lo expuesto puede interpretarse que el significado del apellido Froiz es hijo de Freyr o hijo del Señor. Los afortunados que se apellidan Froiz pueden estar orgullosos de ser hijos de Freyr, como los primeros reyes de Suecia.



[1] https://gutrazda.nfshost.com/waurd.php?lexid=2721
[2] https://gutrazda.nfshost.com/waurd.php?lexid=682









jueves, 6 de junio de 2019

La Teoría del Eterno Ragnarök

En el Edda, después de la batalla final de los dioses y los gigantes en Ragnorak, la Tierra es destruida por el fuego y el agua, pero el agua retrocede, los hijos de Thor suben del Infierno llevando el martillo de su padre y todo el mundo comienza una vez más. Pero si el Universo vuelve a expandirse, su expansión llegará a detenerse nuevamente y será seguida de otra contracción, que terminará en otro Ragnorak cósmico, seguido por un nuevo rebote, y así eternamente.

Los Tres Primeros Minutos del Universo, pág. 517.
Steven Weinberg, premio Nobel de Física en 1979



martes, 4 de junio de 2019

¿Llegará a convertirse en un Mito la Teoría del Big Bang?


El físico de partículas y premio Nobel, Steven Weinberg publicó en 1977 un libro de divulgación titulado “Los tres primeros minutos del Universo”. Su autor no quiso hacer un libro de divulgación sencillo al estilo de los best seller que surgieron décadas después. Cuenta con notas matemáticas y su razonamiento (a veces un poco pesado) es impecable. Personalmente es uno de los libros que más han influido en mi vida junto con la obra del prof. Francisco Villar (uno de los grandes indogermanistas españoles). La contribución de Steven Weinberg a la física es extraordinaria. Junto con Abdus Salam y Sheldon Lee Glashow fueron capaces de unificar la fuerza electromagnética con la fuerza débil. Recordemos que Maxwell inició este camino unificando la fuerza magnética y la eléctrica. Si un lector actual lee “Los tres primeros minutos del Universo” verá que desgraciadamente esta genial obra ha quedado desfasada en tan solo 42 años. Weinberg no puede decirnos nada antes del 10-2 segundos del Big Bang, cuando hoy se comienza con la era de Planck, 10-43 s, las temperaturas típicas de cada era no coinciden con las actuales, ni el valor de la constante de Hubble, no introduce en sus cálculos los efectos de la energía oscura, etc. Sin embargo, es una obra extraordinaria, en ella se percibe la lógica, el rigor y el amor a la ciencia. Si los cálculos están hoy desfasados, los conceptos y el método siguen siendo válidos. Su exposición se construye basándose en al la expansión del universo, la radiación cósmica del fondo de microondas, el espacio-tiempo, en la entropía, la dualidad corpúsculo onda, el efecto Doppler, la combinación de las ecuaciones de la masa en reposo y la expresión de Boltzmann kbT, la conservación de: la energía-masa, del momento, del número bariónico, leptónico, etc. Son los conceptos abstractos los que durán en el tiempo, no los cálculos. Hoy en día, con los cálculos que publicó Hubble nadie diría que las galaxias se alejan con una velocidad que es proporcional a la distancia entre ellas. Si miramos los estadísticos de los gráficos de Hubbles muestrán una linealidad pobre. Fue el concepto de un Cosmos en expansión, no estático el que encendió la imaginación de las grandes mentes.

 ¿No percibimos algo similiar al leer los grandes textos indoeuropeos? En la Ilidada, la Odisea, el Mahabharata, el Ramayana, la Eneida, ¿no encontramos una lógica en las acciones, una psicología, una descripción del Cosmos basadas en unas premisas y en unas reglas que las hacen predecibles y racionales? Muchos científicos actuales creen que la ciencia actual será inmutable. Se creen que a sus modelos no les pasará lo mismo que a los de Euclides, Aritóteles, Ptolomeo, Newton, Einstein, etc. ¿Qué pensará un científico del siglo XXV cuando analice nuestro cálculo diferencial con sus conceptos de infinetésimo, infinito, límite, derivada, integral? Seguro que le parecerán toscos, arbitrarios y sin la elegancia que debe regir el pensamiento matemático. Sin embargo, dejando al lado lo caduco en todo saber, un matemático del siglo XXV observará en las matemáticas del siglo XXI el esfuerzo de mentes humanas por avanzar en el conocimiento de realidades abstractas que solo se pueden alcanzar con la energía de la imaginación. Valorará los métodos ingeniosos que permitieron aproximaciones a la verdad (episteme) desde posiciones inseguras (doxa).

Nuestra visión del Ásatrú investiga en los mitos ancestrales de nuestro pueblo, las leyes que rigen nuestra evolución intelectual y material con el objetivo de acelerar nuestro desarrollo espiritual y científico. El Big Bang puede llegar a convertirse en un mito, si es lo suficientemente sólido para dar respuestas a nuestro pueblo durante milenios, como los siguen haciendo en la actualidad las Eddas, la Ilidada, el Mahabharta, la Odisea, el Ramayana, etc. Hay está el reto de los grandes cosmólogos actuales, crear una teoría que sea digna de Snorri, de Homero y de Hesiodo. Los mitos guían nuestras vidas, forman parte de nuestros arquetipos. Hacia lo infinito del Cosmos dirigieron sus mentes nuestros ancestros, dieron el nombre de los Dioses a los planetas y las constelaciones visibles. El paso de los días, meses, estaciones y años se regía por la observación de las estrellas. El descubrimiento del disco de Nebra en 1999 en el monte de Mittelberg, Sajonia-Anhalt (Alemania) datado en 1600 a.e.c. nos muestra como en el Neolítico nuestros ancestros conocían la posición de las constelaciones (Pleyades, Pesebre, Delfín, etc.), la luna y el sol en los solsticios y equinoccios. También es sorprendente su elaborada construcción en bronce (2050 gramos), la inscrustación de 32 estrellas sobre los aguejos y su remachado, el sol, la luna y la barca solar. Los investigadores han podido ver que con el paso del tiempo fueron modificando la colocación de las estrellas, lo cual podría indicar que fueron capaces de comprobar que las estrellas no están fijas respecto a la Tierra. ¿Por qué colocaron nuestros ancestros una barca solar? ¿Se imaginaban navegando por las infinidades del Cosmos como hacen los Dioses? En todas las mitologías Indoeuropeas los Dioses proceden de las estrellas. Nuestros átomos proceden del núcleo de las estrellas y de la explosión de Supernovas. La creación de mitos nunca se detiene, si se detuviese nuestra espiritualidad habría fallecido. A diferencia de la ciencia académica o del arte guiados por modas, nuestros mitos son eternos. Fueron creados por el pueblo a lo largo de los milenios. Si la actual Cosmología llega a asentarse durante un milenio, entonces tendremos mitos fundamentados en teorías como el Big Bang o el Modelo Estándar de Partículas. Así sucedió con las Cosmogonías que subyacen en los mitos Nórdicos, Célticos, Griegos, Indoarios, Védicos, etc.