lunes, 21 de octubre de 2019

Völupá (4-8)

Völuspá (4-7)

Continuamos con la lectura del Völuspá, una obra llena de significado para nosotros.

4. Mas los hijos de Bor formaron la tierra,
aquellos que crearon el famoso Midgard;
brilló el sol desde el sur sobre el palacio,
y surgió en la tierra la verde hierba.
5. Desde el sur lanzó el sol, compañero de la luna,
su mano derecha al confín del cielo;
no sabía el sol dónde estaban sus salas,
no sabían las estrellas dónde tenían su lugar,
no sabía la luna cuál era su poder.
6. Se reunieron los dioses, todos, en asamblea,
y tomaron consejo los sagrados dioses;
la luna llena y la nueva ellos designaron,
nombraron la mañana, también el mediodía,
la tarde y la noche, para contar los años
7. Se encontraron los dioses en los campos de Ídi,
ellos construyeron grandes templos, y altares,
hicieron las fraguas, forjaron las joyas,
fraguaron tenazas, hicieron herramientas.

Comentario:

Mucho antes que existieran los hijos de Bor, Odín, Vili y Ve, existían las fuerzas que rigen nuestro Universo en expansión. La Luz, la Gravedad, la Electricidad, el Magnetismo, las fuerzas que dan estabilidad a la Materia (Fuerte y Débil). En la concepción de nuestros ancestros, la Naturaleza no es eterna ni inmortal. Nuestro Universo, nuestra Realidad, comenzaron en una singularidad infinitesimal que contenía en sí misma toda la materia y la energía. En ella residía la potencialidad del devenir del Universo. El destino ya estaba determinado en los primeros instantes de vida del Universo. A nuestros ancestros les apasionaba contemplar el firmamento estrellado en las frías noches boreales. Aprendieron a medir los días, las estaciones, los años, los eclipses, antes que escribir.
A la luz de las hogueras, escuchaban los relatos de las gestas divinas, narrados por sus protagonistas. Al comienzo el Caos lo gobernaba todo, la luz no se podía abrir paso entre la materia, tan densamente compacta, la temperatura era infinita y todo vibraba en un movimiento violentamente caótico. Tuvieron que pasar eones para que se formasen las primeras estrellas gigantes, que al explotar como supernovas expandieron el polvo estelar del cual se formaron los planetas. Nuestros ancestros sabían que la vida lo impregna todo, desde el átomo a nosotros mismos. Para ellos el Sol, la Luna, las Constelaciones eran divinas, con una conciencia y una voluntad de poder. Tendrían que llegar religiones foráneas para que esta sabiduría se perdiera. El Logos, la Inteligencia Universal lo impregna todo.
Fueron los hijos de Bor, quienes nos crearon a partir de dos troncos de árbol. En este mito, nuestros ancestros nos explicaron como de algo tan distinto a la fisiología humana fue posible crearnos, nada es imposible para el ingenio. Fue la magia, la ciencia de Odín, Vili y Ve la que nos otorgó nuestra capacidad de sentir, pensar y actuar. Una magia que procedía de lo más intimo de nuestros Padres, nos dieron lo mejor de sí mismos.
Los Dioses crearon Midgard, como la semilla de un árbol que crecerá hasta ser como su progenitor. Midgard reúne en sí misma toda la potencialidad para ser una Asgard en un futuro lejano, pero nuestro afán por emular a los hijos de Bor puede acortar este proceso. En Asgard, los Aesir construyeron magníficos palacios, templos, fraguas, forjas, bellísimas joyas de oro, etc. Los Aesir aman el progreso en todas sus dimensiones: la científica, la tecnológica, la artística, la social, la lúdica, etc. Los Dioses aman la vida, una larga vida, pero no eterna ni infinita. Son perfectos en sus imperfecciones. Sus errores, pasiones, ambición, hybris, los hacen ser fieles a sí mismos; ahí radica su perfección, no aspiran a ser otra cosa que ellos mismos en constante evolución. Los ásatruar tenemos la suerte de vivir conforme a nuestra naturaleza, divina como todo cuanto existe.


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