sábado, 5 de noviembre de 2016

1. Los Orígenes de los Indoeuropeos: Los Visigodos

Según la hipótesis de los Kurganes de la arqueóloga lituana Marija Gimbutas, que intenta combinar los hallazgos arqueológicos con las investigaciones lingüísticas los protoindoeuropeos (lenguas indoeuropeas y anatólias) tienen su patria ancestral en la región situada entre el mar Negro, el Cáucaso y el mar Caspio en el cuarto milenio antes de la era común (IV milenio aec). A principios del III milenio aec los indoeuropeos se establecen en Centroeuropa y en diversas oleadas van alcanzando los distintos rincones de la geografía Europea. 

La opinión más compartida establece que los germanos son el resultado de la indoeuropeización del sur de Escandinavia y Dinamarca por tribus procedentes de Europa central, caracterizadas por la cultura material de la cerámica de cuerdas y del hacha de combate. A lo largo del III milenio aec este foco nórdico se convirtió en un nuevo foco de indoeuropeización para el norte y oeste de Europa.
Al llegar los pueblos indoeuropeos al norte de Europa encontraron a los pueblos preindoeuropeos con una sociedad centrada en la agricultura y creadora de los monumentos megalíticos. La amalgama de estos dos pueblos dio lugar a la cultura protogermánica, con la lengua indoeuropea y sus estructuras sociales orientadas hacia una sociedad guerrera y ganadera. La mitología nórdica en sus leyendas conserva la guerra entre los dioses Aesir y los Vanir, los primeros representantes del mundo indoeuropeo y los segundos de la sociedad preindoeuropea. Étnicamente se supone que los preindoeuropeos del norte debían ser parecidos a los lapones (grupo fino-ugrio). El bronce nórdico datado hacia el 1700 aec, es considerado la cultura ancestral común a todos los germanos. Los datos proporcionados por la lingüística permiten afirmar que desde el II milenio aec, la lengua de los antiguos germanos estuvo en contacto con las lenguas bálticas, célticas e itálicas. Estas influencias antiguas en las lenguas germánicas permiten a los lingüistas situar a los pueblos itálicos en el norte de Europa, antes de su emigración hacia la península itálica, a fines del II milenio aec.
Los lingüistas consideran que los grupos indoeuropeos centroeuropeos eran homogéneos, existiendo pequeñas diferencias dialectales, pero a raíz de la mezcla con los pueblos preindoeuropeos, se produjo la diferenciación en los principales grupos lingüísticos: eslavos, baltos, germanos, celtas, itálicos, tanto en el ámbito lingüísticos como cultural. La lengua germánica común se caracterizaba por:
·         El acento indoeuropeo de posición libre, se transforma en un acento fuerte e intensivo y fijo en la sílaba inicial de cada palabra.
·         La rotación  consonántica es única del germánico, a excepción de un parecido en el armenio y el pelásgico.
·         Desarrollo de la vocal /u/ ante todas las sonantes.
·         Creación de la declinación débil para el adjetivo.




El cambio del acento se sitúa en el II aec. Se cree que el germánico común se hablaba aún al principio de la era común. Al moverse hacia el sur, los grupos germánicos se fueron diferenciando al mezclarse con otros pueblos indoeuropeos y preindoeuropeos. En torno al 800 aec los germanos se situaban desde la desembocadura del Rin hasta la desembocadura del Vístula, por la franja costera. Al este se encontraron los pueblos bálticos, por el sur con los celtas y en una zona desconocida con los pueblos itálicos.



 Las primeras noticias que se tienen sobre los pueblos germánicos datan del último tercio del siglo IV aec, cuando un griego de Marsella llamado Piteas, dedicado al comercio realizó un viaje al norte de Europa. La información de su viaje, contiene información sobre las costas del norte de Europa y sobre la tribu de los teutones, que en aquellos tiempos estaba situada en la costa del Mar de Norte.
El primer testimonio escrito de un texto germánico se encontró en un yelmo, en la localidad  de Negau, al sur de la actual Austria. Esta escrita con caracteres etruscos y ha sido transcrita a caracteres latinos como “harigasti teiwa”. El primer término se supone que corresponde al poseedor del yelmo y el segundo de una divinidad, con la raíz indoeuropea deiwo, celeste, divino, con la evolución propia de las lenguas germánicas d→t de la primera consonante.
Los latinos y los germanos iniciaron sus conflictos a finales del II siglo aec. Las tribus germánicas de los címbrios y teutones cruzaron el Rin y se adentraron en la Galia venciendo en dos batallas a los romanos. La situación se presentaba muy peligrosa para los romanos, pero contaban con la genialidad del cónsul Mario, el cual organizó un nuevo modelo de legiones, a las que sometió a un intenso entrenamiento. En el 102 aec se produjo la batalla decisiva en Aquae Sextiae, donde los germanos fueron derrotados. Un año después Mario derrotaba de nuevo a los cimbrios.
En el año 58 Cayo Julio Cesar derroto a los suevos comandados por Ariovisto, los cuales habían invadido la Galia, derrotando a los celtas. En dos ocasiones Cayo Julio Cesar cruzó el Rin para castigar a los germanos. En tiempos del emperador Augusto, los romanos se adentraron en Germania, llegando al Elba y a Jutlandia, estableciendo una red de asentamientos que comerciaban con los germanos. La rebelión de Arminio (o Hermann) un querusco que fue educado en Roma como rehén y alcanzo la condición de équite, llevó a los germanos a la victoria en el bosque de Teutoburgo sobre las tres legiones de Publio Quintilio Varo, lo que constituyo un gran desastre para el Imperio Romano.
Los información recopilada en estos contactos iniciales fue utilizada por Tácito para escribir su célebre “Germania”, en esta obra Tácito reconoce en los germanos muchas de las virtudes y costumbres propias de los romanos de los primeros siglos. Para Tácito los germanos son un conjunto de pueblos de guerreros austeros, sin apenas vicios, alimentación frugal, esforzados, acostumbrados a una vida dura, etc. Según Tácito la jefatura de las tribus era electiva y vitalicia. Sus “reyes” pertenecían a determinadas familias o clanes. La autoridad de sus “reyes” abarcaba todas las jurisdicciones: la civil, la militar y la religiosa. En cambio Cayo Julio Cesar en sus escritos, nos dibuja una sociedad con tribus independientes que solo se unen por motivos bélicos, con jefes que actuaban de forma colegiada. Los estudiosos piensan que el lapsus de tiempo que transcurre entre Julio Cesar y Tácito, las tribus germánicas formaron confederaciones más estables y con una realeza que recaía en familias de prestigio como los baltos en el caso de los visigodos. Tácito es una fuente más rica para el estudio de los germanos occidentales, que son los que tuvieron un mayor contacto con el Imperio Romano, para los germanos del norte y orientales sus fuentes son menores. Los germanos occidentales fueron divididos por Tácito en tres grupos: Ingaevones, Istaevones y Herminiones. Según la leyenda recogida por Tácito, cada uno de los grupos desciende un hijo del dios Mannus, hijo de Tuisto que era hijo de la diosa Tierra (se puede suponer un parecido con el Dios Magni, hijo de Thor  y nieto de Odin y la Diosa Tierra Jord). Tácito interpreto acertadamente que los germanos occidentales conservan a través de sus leyendas la consciencia de un origen étnico común.


El término germano según Tácito procedía de una tribu celta llamada germana, la cual fue expulsada de sus tierras, en Bélgica por la tribu de los tungros que se establecieron en el actual Tongeren. Con el tiempo la tribu fue denominada germánica por los celtas al ocupar el territorio de la antígua tribu celta denominada germana. En el siglo II ec el geógrafo Ptolomeo aportó datos sobre los germanos y empiezan a labrarse las primeras inscripciones escandinavas. La traducción de la biblia por obispo arriano Ulfilas es una fuente de gran valor para conocer el godo del siglo III. En el siglo VI los autores Jordanes y Gregorio de Tours escriben sus historias de los godos y de los francos. Los godos cruzaron masivamente el Danubio en el 376 ec huyendo de la persecución de los hunos. Después de las guerras Góticas se asentaron en Moesia y en Iliria. 


Cansados de las falsas promesas de Roma, de ser utilizados como carne de cañón, Alarico asalta Roma y la saquea. Después se establecieron los visigodos en el sur de la Galia, en unas tierras cedidas por el Imperio Romano. En la festividad del Sol Invictus del 406 ec, los vándalos, suevos y alanos cruzaron el Rin por su tramo medio, saqueando la Galia y consiguiendo un buen botín. En el 409 cruzan los Pirineos y se asientas en Hispania, repartiéndose las provincias Romanas. Desde este momento el Imperio Romano pierde una de sus principales provincias, dejando a los hispanorromanos desprotegidos, como a la población romana de Britania.

En el año 443 ec los burgundios se asentaron en las Galias. El asentamiento de los germanos en el oeste y de los eslavos en el este fue el último episodio de la reindoeuropeización de Europa, fruto de la cual se han configurado las áreas linguisticas y culturales.




Fuentes:
Francisco Villar, Los Indoeuropeos y los Orígenes de Europa. Lenguaje e Historia
H. Kinder and W. Hilgemann: Atlas zur Weltgesichte (Deutscher Taschenbuch Verlag GmbH & Co.)
Miguel Vigil, España Visigoda.
Promotora Española de Lingüistica:
http://www.proel.org/index.php?pagina=mundo/indoeuro

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