sábado, 19 de mayo de 2018


El Reinado de Hermenerico I


Las fuentes literarias para estudiar este periodo son muy limitadas y al mismo tiempo segadas ideológicamente, al ser escritas por clérigos cristianos con resentimiento hacia los paganos que les habían quitado su poder político y económico.

Hidacio de Lemica, compuso una Historia que comprende los sucesos acontecidos en Gallaecia entre el 379 y el 469. Su mesianismo y odio hacia los Suevos han sido puestos de manifiesto por los historiadores Wilhelm Reinhart y Casimiro Torres. Su crónica adolece de un marcado maniqueísmo combinado con una visión apocalíptica previa a la segunda llegada del Nazareno. Los germanos son presentados como paganos que disfrutan asesinando, quemando, robando, etc.:
“Las desolaciones de alanosvándalos y suevos por España (409-410) desencadenaron cuatro mortales plagas: el hierro de los soldados y de los tiránicos exactores de tributos, que consumen todos los recursos del país; el hambre, que llega a extremos de antropofagia; la peste, que siembra cadáveres por todas partes; las bestias feroces, que, avezadas a la carne insepulta, infestan la tierra.

Paulo Orosio, natural de Braga, tiene una visión más optimista de la incursión de los pueblos bárbaros en el Imperio Romano. Su célebre obra “Contra los Paganos”, está presidida por una visión profundamente semita. La historia es concebida linealmente, universalmente y providencialmente por el dios de Abraham. Los males que sufre el Imperio a manos de los bárbaros son permitidos por dios como medio para preparar a la humanidad para la parusía, la segunda venida del Nazareno. Las acusaciones de los romanos paganos contra los cristianos por haber debilitado al Imperio con su religión alejada de los valores marciales romanos es refutada por Orosio con el argumento de que antes del Imperio Romano existieron otros Imperios que sucumbieron, todo ello dentro de una caminar de la historia hacia la encarnación del verbo, la evangelización y la parusía final.

Desde la llegada de los Suevos, Vándalos y Alanos a Hispania transcurrieron dos años hasta que decidieron asentarse. Según el obispo y terrateniente Hidacio, los invasores se repartieron a suertes las provincias de Hispania. Esta costumbre estaba muy arraigada entre los pueblos indoeuropeos. A los Suevos y a los Vándalos Asdingos les toco en suerte Gallaecia. Los Suevos se establecieron en el sur de Gallaecia y los Vándalos Asdingos en el norte. Los Alanos se asentaron en la provincia Cartaginense, la más extensa y los Vándalos Silingos en la provincia Bética, la más rica y romanizada de las repartidas. La provincia Tarraconense, permaneció bajo el control del emperador Máximo, hecho que es interpretado por muchos historiadores como prueba de un pacto entre los invasores y los hispanorromanos.

Se especula sobre la forma jurídica empleada para el reparto de tierras entre los recién llegados y los hispanos romanos. La ley ad inhabitandum[i] permitía al estado ceder lotes de tierra a los bárbaros, conservando de estos lotes los hispanorromanos dos tercios y el otro tercio se entrego en propiedad a los Suevos. Cuando se asentaron los visigodos el reparto fue dos tercios para estos y el tercio restante para los hispanorromanos. En esa época la autoridad Imperial había decaída y eran las comunidades locales las que negociaron con los Visigodos.

L. Schmidt opina que el rey suevo Hermenrico firmó un pacto de foedus con el emperador Honorio en el año 411. La principal prueba que aporta este historiador reside en las monedas de plata acuñadas con el anverso de Honorio y el reverso del rey suevo Reciario. W. Reinhart considera que dicho pacto no existió, pues los suevos no actuaron como federados del Imperio, manteniendo su absoluta independencia política frente al Imperio.

Honorio ante la grave situación económica, política y militar no pudo actuar de forma contundente contra los pueblos germánicos invasores de Hispania. Tuvo que esperar a reunir fuerzas suficientes una vez que consiguió que en otros frentes más próximos a Roma fuera restablecido el orden imperial. Honorio tuvo que encarar  la campaña de los visigodos de Alarico en Italia, que culminó con la toma y saqueo de Roma por los visigodos.  A la muerte del gran rey Alarico (gótico: Allreiks, rey de todos), los visigodos eligieron a Ataulfo, el cual después de enterrar al heroico rey debajo del curso del río Busento en la ribera del Cosenza[ii], se dirigió hacia Hispania con la intención de embarcarse hacia el norte de África.

Las provincias del norte de África eran las más ricas del Imperio, producían gran cantidad de trigo, aceite y vino. El Imperio de Occidente dependía de esta fuente de trigo para alimentar a la población de la urbe y a las legiones, una vez que el trigo de Egipto estaba bajo el control del Imperio Oriental. Ataulfo (gótico: Aþawulfs, ‘lobo noble) estableció su corte en Barcino y se caso con Gala Placidia, hecho que enfureció a Honorio (era su hermana por parte de  su padre, Teodosio I). Ataulfo quería firmar un pacto de foedus con Honorio que legalizase su nuevo reino en norte de África y conseguir que la flota romana transportase a los godos. El asesinato de Ataulfo por parte de Eberwulf supuso el nombramiento de Walia como rey que continuó las negociaciones con los romanos.  Concluyeron en un pacto de foedus, por el cual los visigodos recibirían seiscientos mil modios de trigo y territorios para asentar a su pueblo.

Los Visigodos a cambio deberían destruir a los pueblos que se habían asentado en Hispania. En año 417, un ejército de Visigodos dirigidos por su rey se enfrentó a los vándalos silingos liderados por Fredebaldo, que fueron derrotados, su rey capturado y enviado a Roma como trofeo. A continuación el poderoso ejército visigodo se dirige contra los Alanos, famosos por su eficaz caballería pesada. El rey alano Ataces fallece en la batalla y los alanos fuertemente diezmados prefieren no elegir un nuevo rey e integrarse en la nación de los Vándalos Asdingos, cuyo rey Gunterico se tituló rex Wandalorum et Alanorum. El siguiente rival para los Visigodos de Walia serían los Suevos de Hermenerico y los Vándalos de Gunterico, que se encontraban acantonados en Gallaecia. La táctica romana de emplear a los pueblos germánicos en luchas fratricidas había dado resultado una vez más. Esta táctica se completaba con incumplir casi siempre sus promesas. Si las revisamos, vemos como los emperadores emplearon a los visigodos en numerosas campañas de las que sacaron poco más que el botín, a cambio sufrieron numerosas bajas.

La salida anticipada de los Visigodos de Hispania antes de someter a los Suevos y los Vándalos Asdingos no está clara. Parece ser que el general Constancio ante el éxito de las armas visigodas tuvo  el temor de que toda Hispania quedase bajo su control  y por ello llamó a los Visigodos. W. Reinhart[iii] por su parte apunta la hipótesis de que debido a las bajas sufridas frente a los ejércitos Vándalo y Alano, los visigodos necesitasen reorganizarse, haciendo el enfrentamiento contra Hermenerico y Gunterico una campaña demasiado arriesgada. Walia se dirigió al sur de la Galia, para tomar posesión de las provincias y comarcas cedidas a los visigodos por Honorio. Estas fueron la Aquitania Segunda y comarcas alrededor de Toulouse, plaza en la que establecieron su capital. Posteriormente veremos cómo Honorio hizo una entrega de territorios envenenada, pues instaló en sus proximidades a los Francos y a los Burgundios fomentando la discordia entre estas naciones.

Al salir el ejército visigodo de Hispania, se produjo según Hidacio una guerra entre los Vándalos y los Suevos. El grueso del ejército Suevo con su rey a la cabeza sale de Galicia y se dirigen a los montes Nervasios, situados entre el Bierzo y Asturias. Las fuerzas más numerosas de Vándalos Asdingos y Alanos buscan un enfrentamiento directo, pero el rey Suevo prefiere situar sus tropas en lo alto de los montes Nervasios utilizando la posición alta como factor que nivele la diferencia en número. Los Vándalos y Alanos ante las bien construidas posiciones defensivas de los suevos se preparan para un largo asedio[iv]. La falta de maquinas de asalto y la poca paciencia de los germanos para llevar buen término el asedio de una montaña bien atrincherada, lleva a Gunterico a buscar la oportunidad de lanzar una campaña de pillaje. Asaltan Braga, donde matan a algunos suevos, a continuación se dirigen hacia la Lusitania, incendiando y asaltando las poblaciones mal defendidas. En la Bética causaron tales destrozos que el nombre Vándalo paso a ser sinónimo de “persona salvaje y destructiva”. Hermenerico, en año 419 a la cabeza de la nación Sueva se lanza entonces a ocupar toda Galicia. Recupera Braga, toma Tui y Orense. Se dirige hacia Lucus Augusti, pero no consigue tomarla, en parte por sus fuertes murallas y la presencia de topas legionarias reforzadas por caballería visigoda. Lucenses y Suevos llegan a un acuerdo de paz, se intercambian prisioneros. En palabras del historiador Benito Vicetto, desde entonces Lucenses y Suevos quedaron como dos naciones amigas. El comes  Hispaniarum Asterio con un ejército romano se enfrentó a los Vándalos y los Alanos, causándoles muchas bajas.

En torno al año 422 el Imperio envía a Hispania un ejército al mando del general Castino, acompañado por una fuerza goda. El objetivo del Imperio era expulsar a los Vándalos de la Bética, pero son derrotados, quedando la Bética y parte de la Cartaginense en poder de los Vándalos. Esta vez los visigodos deciden no apoyar a los romanos, observando cómo son aniquilados por su primos.





[i] Wilhelm Reinhart, Historia General del Reino Suevo, Madrid 1952, página 35.
[ii] Para ello los visigodos realizaron una gran obra de ingeniería, desviaron el río Busento a su paso por Cosenza y practicaron en el lecho del río una fosa en la que enterraron al gran rey con su tesoro y los esclavos que trabajaron en la obra, para que nadie supiese donde estaba enterrado. Esta práctica pagana nos muestra que el cristianismo de los godos era únicamente una condición necesaria para poder establecer pactos con el Imperio y con los romanos.
[iii] Wilhelm Reinhart, opus cit. página 37.
[iv] Benito Vicetto, Historia de Galicia, Tomo II, Ferrol 1866, páginas 198 y 199.



sábado, 12 de mayo de 2018


La onomástica Suevo-visigótica

En palabras del historiador alemán Wilhelm Reinhart[i], “No hay región de la Península donde abunden entre la población, aún hoy, tanto los nombres germánicos con en Galicia y el Norte de Portugal, aunque los que subsisten representan sólo un pequeño remanente de los centenares de tales nombres que había en tiempos medievales”. Los gallegos empezaron  a usar nombres suevos a principios del siglo V y su empleo se incrementó con la anexión al reino Visigodo.

La presencia de topónimos visigóticos en el Noroeste de la Península, permite suponer que un número significativo de la gens visigothorum se desplazó (topónimos como valdegoda, gondaisque, godinha, guntín, godos, etc.). El predominio de la onomástica  germánica continuo en los siglos VIII a X, como lo demuestran la documentación que nos ha llegado. En el siglo XII eran comunes nombres como: Aldefonsus, Argilo, Astraulfus, Bertosendus, Brandericus, Erbegunda, Hildemirus, Manosinda, Recedrudia, Sigeredus, Sisulfus, Trastemirus, Ferdinandus, Turdilda, etc.

Los nombres suevo-góticos se componen normalmente de dos elementos con un  significado “psíquico” que sintetizaban los anhelos de los padres para sus hijos. Según el estudioso alemán Joseph Maria Piel, “se refleja, por lo tanto, la psicología de un pueblo primitivo en el mejor sentido de la palabra y con innegable poética”[ii]

Se escogían lexemas que significasen los valores más altos para los suevo-góticos, valores de una sociedad libre y guerrera: gloria, autoridad, poder, riqueza, bravura guerrera, veracidad, juicio, sabiduría, austeridad, etc.

Vamos a citar unos ejemplos que nos ayudaran a interpretar los nombres germánicos.
·         Remismundo (rey suevo del 459 al 469): Remis significa quietud, meditación y munds protección.
·         Teudemiro (rey suevo posterior a Remismundo): Theus significa  pueblo y meries, famoso.
·         Rodrigo: Hroths significa glória y riks, rico.
·         Leobegodo: De liuba, amable y goths, bueno.
·         Guntisalvo (de donde deriva Gonzalo): Gunth significa lucha y salwa, firme

Los animales inspiraron a nuestros antepasados valores que transmitir a sus hijos. Eran apreciados el jabalí (ebor), el oso (baira), el lobo (wulf), el águila (ar), el cisne (swan). Como ejemplos tenemos Eborico y Eurico, Bermudo, Viliulfo y Aragildo. A la hora de componer un nombre, ciertos elementos solían ponerse como primer lexema, un ejemplo es Arg (fuerte, intenso, potente): Argibaldo, Argilego, Argimiro, Argileuba, Argifonso, Argesindo, Argimundo. Rod (gloria), Hilde (lucha), Ermen (fuerte), Guil, Wil (voluntad), Astra (espléndido).

Otros elementos eran más propios de ir en segundo lugar como: gilt (<gildo,  significando valioso, apto), reth (<rico, redo, significando rico, poderoso), sinth (<sendo, sindo, significando campaña), etc.

Los nombres también podían estar formados de un solo elemento. Brando (<brand, espada), Sande (<Santh, verdad), Miro, Fredo (<frithu, paz), Frumario (<frumar, el primogénito), Theudis (pueblo, etnicidad). Los diminutivos se componían con ilo, ila e iza dando lugar a nombres como Atila, Brandila, Merila, Sandila y Teudila, Witiza y Egica. Suabila[iii], Gotila y Ulfila vendrían a significar pequeño suevo, pequeño godo y lobezno.

Posiblemente los nombres germánicos se componían de dos lexemas para combinar los nombres del padre y de la madre. Si el padre era Rothriks y la madre Ermentrude, los hijos podrían llamarse: Ermenerico, Trudilda, Rosende, Ermenegildo, etc.

Los apellidos castellanos más comunes tienen su origen en el genitivo gótico “is” empleado como sufijo de pertenencia (hijo de ): Rodríguez, Fernández, Álvarez, etc.

Un documento muy interesante para conocer la onomástica germánica de la alta edad media se conserva en el Archivo General de Galicia. Es un documento escrito en un penoso latín (¿quiénes lo escribieron hablan aun godo o suevo?, pues no se entiende que empleasen un latín tan malo, cuando las lenguas romances aun no habían nacido) en el año 954. En este documento, publicado en la revista Galicia Histórica en 1901 se leen 140 nombres de los cuales son 105 suevo-visigóticos, el resto son latinos. En palabras del lingüista alemán Joseph María Piel, no se conoce un documento fuera de una nación de lengua germánica en el cual el 75% de las personas tengan nombres germánicos. Esta es una prueba del poderoso legado suevo-visigótico en el territorio del antiguo Reino Suevo. En la alta edad media, llevar un nombre germánico suponía que esas personas habían interiorizado la ideología propia de los suevos y visigodos, con su valores morales, sociales, políticos, legales, etc. No era una cuestión de moda o influencia política, pues en ese caso serían más atractivos emplear nombres árabes. En nuestra opinión la profusión de nombres suevo-visigóticos significaba que estas dos naciones aun eran las líderes de la población galaica.

Es lamentable que las autoridades académicas no se interesen por los numerosísimos documentos guardados en las catedrales de Santiago, Lugo, Orense y en los tumbos de Sobrado y Monforte. Estos documentos aportaran nuevos datos sobre la onomástica suevo-gótica y la evolución de estos nombres. Las hipótesis aceptadas sin prueba alguna de que las lenguas sueva y goda se dejaron de hablar en España en el siglo VIII o antes, no tienen fundamento al ver documentos escritos en un latín bárbaro[iv], pues estas personas conocían el significado de sus nombres y sabían los lexemas combinar los lexemas germánicos. Esto nos lleva a conjeturar que el suevo y el godo aun eran hablados por una parte importante de la población o por lo menos se conservaba el conocimiento del significado de muchas palabras germánicas. Como sabemos, en nuestra patria, todo lo relativo a las nobles naciones visigoda y sueva está vetado, censurado y condenado al ostracismo por las autoridades académicas y políticas. Esta censura no es de ahora, en la pasada dictadura no se veía con buenos ojos los estudios sobre la nación sueva.



[i] Wilhem Reinhart, Historia General del Reino Hispánico de los Suevos, Publicaciones del Seminario de Historia Primitiva del Hombre, Madrid 1952, pág. 87.
[ii] Wilhem Reinhart, opus cit., pág. 88.
[iii] Los cronistas de los siglos VI y VIII, Jordanes y Paulo Diácono llamaban a los suevos suabi o suavi y en opinión de W. Reinhart, probablemente se llamarían a sí mismos suaben o en grafía alemana Schwaben. Wilhem Rienhart, opus cit. 90.
[iv] Wilhem Reinhart, opus cit. 92.


sábado, 5 de mayo de 2018

Los Nueve Pilares del Ásatrú



Los Nueve Pilares del Ásatrú

El Odinismo como religión neopagana pretende la reconstrucción de la espiritualidad de los pueblos germánicos. Han pasado muchos siglos desde que los últimos grupos paganos escandinavos fueron convertidos a la fuerza al cristianismo, por este motivo el regreso a esta espiritualidad no es inmediato ni sencillo. A través del estudio de las fuentes de la mitología, del derecho, de la sociedad, de la familia, etc., se puede reconstruir como era la religiosidad nórdica y desde esta reconstrucción adaptarla a nuestros días. Son posibles muchas reconstrucciones, como sin duda hubo infinidad de Odinismos en el pasado; teniendo en cuenta la gran variedad de confederaciones germánicas (godos, francos, suevos, sajones, anglos, vándalos, burgundios, etc.) que existieron a lo largo de los siglos. Cada confederación a su vez se dividía en varias tribus y éstas en a su vez en sippes (kindred), con su variantes religiosas.

El Odinismo, como cualquier religión debe tener un conjunto de principios fundamentales que lo caractericen frente a otras religiones, guiando a sus fieles en su crecimiento y dando uniformidad a los cultos y rituales. En este artículo vamos a presentar esquemáticamente para su debate y reflexión, los que consideramos Los Nueve Pilares del Odinismo.

1.      Politeísta: el Odinismo es una religión politeísta. La diferencia frente a los monoteísmos no radica en el indeterminado número de dioses, sino en la ontología de la divinidad. Los dioses germánicos y por ende los indoeuropeos, son entidades superiores al ser humano, pero no son omnipotentes, ni omniscientes, ni inmutables, ni eternas, etc. Los dioses ante todo representan para el hombre un camino de autorrealización. El odinista busca realizar la divinidad que lleva en su interior siguiendo el camino de los héroes, alcanzado la apoteosis y de esta forma transmutando su ser humano en divino. Los dioses a su vez se dividen en muchas tribus: Aesir, Vanir, Elfos, etc., con funciones cósmicas diferentes. Un dios es una entidad poliédrica, manifestado una fuerza distinta en cada dimensión de la realidad: física, psicológica, genética, histórica, etc. Al hablar de los dioses, muchas veces empleamos analogías, esta forma de hablar presenta la ventaja de la sencillez, pero al mismo tiempo emplea conceptos externos que no permiten una mayor profundización en la naturaleza del ser divino. Desde el punto de vista filosófico empleamos un metalenguaje para explicar las realidades divinas. Como ejemplo, podemos asimilar los dioses a las fuerzas de la naturaleza: la fuerza nuclear fuerte,  la fuerza nuclear débil, el electromagnetismo y la fuerza gravitatoria. Cada una rige un conjunto de fenómenos físicos e interactúan cuando convergen en una partícula o punto, siguiendo unas leyes. Platón, que era politeísta y fundó su Academia como una institución religiosa, concebía el Universo como una realidad viviente, con su cuerpo material y su alma cósmica. Esta última tenía consciencia de su existencia, poseía una mente. De aquí, podemos inferir que las fuerzas que rigen el Universo tienen cuerpo, alma y mente, es decir son dioses. Esta es una interpretación posible, cada odinista debe buscar la suya propia.

2.      No Dogmático: El Odinismo, como todas las religiones indogermánicas es un camino espiritual personal. El Odinismo no pretende crear una religión-estado, con un jefe de estado que ordena a sus fieles mediante encíclicas de obligado cumplimiento bajo penas pecunias, penales (incluida la pena de muerte) y el castigo eterno en el infierno. Las barbaridades cometidas por las religiones abrahámicas son suficientemente conocidas y por desgracia aun las sufre la humanidad. No tener dogmas no significa que todo es posible en el Odinismo. Al contrario, el Odinismo se rige por la tradición recogida en los textos que se han conservado y por el espíritu que se manifiesta en los descendientes de los paganos germánicos. La genética imprime carácter, un odinista siente las fuerzas de sus ancestros que le guían en su actuar, generando una ética práctica. El Odinismo no necesita un decálogo de hipocresías, que solo sirven para atemorizar al fiel, situándolo siempre en el pecado, necesitado del perdón de un sacerdote (en muchos casos mucho más pecador que el propio fiel) para volver a sentirse querido, por un dios al que siempre mira con la cabeza baja y desde el miedo. El odinista ama a los dioses y a las diosas desde la admiración, como hermanos mayores que han superado vicisitudes en sus vidas, que han quedado reflejadas en mitos que nos guían en nuestro periplo. Vivimos una sola vez, por este motivo nuestra vida es algo excepcional, no podemos malgastarla con miedos y complejos, debemos vivirla conforme a lo que somos, de forma heroica, dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos. No hay mayor honor que el ser recordado por nuestros amigos y familiares. La fama que buscaban los grandes héroes homéricos. El odinista no teme a nada, ni a los mismos dioses, a los cuales se puede enfrentar si este es su destino.

3.      Sin Clase Sacerdotal: los pueblos germánicos no tuvieron una clase sacerdotal, el jefe de la sippe y el padre de familia actuaban como sacerdotes. Si miramos a otros pueblos indogermánicos, las estructuras sacerdotales eran sencillas, pues la falta de textos sagrados y por lo tanto de unos dogmas revelados, impidió la formación de estructuras sacerdotales poderosas. Como odinistas debemos mantener esta tradición. No es fácil, el contagio con las religiones abrahámicas nos puede arrastrar a crear estructuras clericales, con todos los vicios que de ellas se derivan. El primero es el dogmatismo, que tanto daño ha causado a la sociedad, el segundo es la generación de un negocio religioso, algo normal en la mentalidad abrahámica, donde el acaparar oro es vital. El día que los godis cobren por sus ritos, como los sacerdotes abrahámicos, habremos perdido sin duda la pureza del rito y por lo tanto la conexión con los dioses. La limpia intención, la espontaneidad, la naturalidad deben ser virtudes que guíen los rituales odinistas. La profesionalización de los godis, si bien puede traer consigo unos ritos más elaborados, pierde en profundidad espiritual, pues ya no es uno más del pueblo quien conduce el ritual, es un funcionario al servicio de una institución con intereses mundanos. Otra cosa es que los fieles que son llamados por Odín, a conducir los rituales deben formarse en la espiritualidad y la filosofía del Odinismo, pues todo don implica una responsabilidad con el pueblo y una necesidad de realización en la persona, que si no es satisfecha genera lagunas en su crecimiento espiritual. Hoy en día vemos como la formación académica sufre una crisis que esta desembocando en un desprestigio social. El Odinismo como institución debe facilitar la formación de sus fieles, desde una perspectiva iniciática, donde el maestro guíe al neófito hacia su maestría, generando una cadena de transmisión de conocimiento, que comenzó en Odín y terminará en el Alfather.
4.      Étnico: el Odinismo es una religión ligada a la familia, la sippe, la tribu, la nación. El Odinismo nace desde unos presupuestos genéticos. Los genes nos guían. Cuando reconocemos en nuestros hermanos conductas de nuestros padres, abuelos y antepasados, su transmisión no solo es cultural, pues la cultura de nuestros mayores es diferente a la nuestra. Cada pueblo es en sí mismo perfecto, por lo tanto debe seguir la espiritualidad que sus genes marcan, para conseguir el mayor desarrollo espiritual. La llegada de las religiones abrahámicas a Europa supuso la imposición de paradigmas contra natura para el europeo. La edad media fue un periodo en el que los pueblos europeos vivieron enfermos. Podemos comparar la conversión forzada a las religiones abrahámicas a una infección por un virus, estableciendo una analogía con sus fases. En este sentido durante la edad media los pueblos europeos perdieron la capacidad de crear, de pensar, de imaginar, de soñar. Vivian del recuerdo del mundo grecorromano, pues su espíritu estaba amordazado por la moral abrahámica. Con el renacimiento, se perdió el miedo a pensar fuera de lo permitido por la fe abrahámica. La ciencia se mostró superior a la fe de un dios castrador. La genialidad de los griegos volvió a brillar en los corazones y las mentes de los europeos. Se recuperó el conocimiento matemático, la física volvió a cultivarse y con ella todas las ciencias que durante la edad media estaban estancadas. El virus de Iahvé estaba siendo vencido, el hombre volvía ser el centro del cosmos y la medida de todas las cosas. En los siglos siguientes las naciones europeas llevaron la ciencia y la civilización por los cinco continentes. El cristianismo seguía siendo la fe mayoritaria, pero había sido marginada al área moral, era posible desarrollar una ciencia y una tecnología independientes de la supervisión clerical. La fe de Iahvé quedaba relegada al mundo de lo intangible. Lentamente la Inquisición fue perdiendo fuerza hasta que los europeos comprendieron que era un instrumento malvado. Si los pueblos europeos sufrieron más de diez siglos de oscurantismo por la imposición de una religión exógena, ¿no deberían aprender todos los pueblos del mundo que en sus religiosidades nativas se encuentra el camino de realización personal y comunitaria? Por este motivo, el Odinismo es bueno para las personas de genética germánica y será menos bueno para personas de otras etnias. No se le prohíbe ser odinistas, simplemente nos apena que no encuentren en sus raíces culturales su camino ancestral para ser ellos mismos, como hicieron sus mayores paganos.
5.      Culto a los Ancestros: por más queridos que los aesir y lo vanir son nuestros ancestros, ellos nos trasmitieron sus genes, nos instruyeron, nos dieron su cultura y nuestra identidad. Por ellos trasmitimos a nuestros descendientes la llama de la divinidad que ellos recibieron de los dioses. Nuestros antepasados son dioses, en los cuales encontramos la sabiduría y la fuerza para afrontar el destino. La estirpe, el linaje, la sippe, el kíndred, la gens, todos estos conceptos nos hablan de una línea de sangre que se extiende desde la creación del hombre por los dioses y no tendrá fin. Nuestros mayores antes de salir de casa se dirigían a los Lares para pedirles protección en el mundo exterior. Al volver daban gracias por regresar otra vez con los suyos. Alrededor del fuego se reunía la familia y siempre tenía presente a los ancestros. Los agasajaban con pasteles, bebidas, incienso y flores. A nuestros ancestros debemos dirigir oraciones, plegarias, deseos, pensamientos. Ante ellos necesitamos abrir nuestros corazones y mentes, pues en ellos tenemos no solo unos padres biológicos, sino unas fuerzas espirituales que nos fortalecen y purifican. Cuando estudiamos nuestra genealogía, recordamos como vivieron y murieron nuestros antepasados; tenemos modelos a seguir, en los errores y en los aciertos. El cristianismo en su afán de atrapar el alma indogermánica, creó a los santos, purgando todo aquello que consideraba amoral. Nuestra religiosidad es profundamente humana, todo lo humano es en sí mismo necesario, formando parte de un ecosistema. Por este motivo es tan importante tener presente los errores como los aciertos, pues es difícil acertar sin antes errar. No creemos en la perfección absoluta, es en sí misma absurda y fea. La belleza y la genialidad se producen por pequeños errores que nos permiten salir del camino trazado, descubriendo continentes que antes no existían. ¡Hail Ancestros!
6.      Familia: todos nacemos de unos padres, aunque hoy en día se pretenda crear familias sin un padre y una madre. Por mucho que la perversión jurídica lo refrende, un ser humano se forma de la unión de un óvulo y un espermatozoide. Lo femenino y lo masculino son necesarios, son fuerzas diferentes y complementarias. Lo uno no puede existir sin lo otro. Por este motivo los odinistas creemos en la familia que heredamos de nuestros mayores, con sus defectos y virtudes. Cada generación debe adecuar las estructuras familiares a su tiempo, mejorando las relaciones, facilitando el desarrollo pleno de las potencialidades de sus miembros. Los pueblos europeos han permitido que el hombre y la mujer se desarrollasen mucho más que en otras culturas. El machismo no es propio de los pueblos indogermánicos. Las mujeres han gobernado la economía familiar con acierto, tomando decisiones que obligaban a todos los miembros. Las mujeres disponían de su herencia, de su dote y de su patrimonio que administraban con libertad. Por este motivo, algunas de las reivindicaciones del feminismo, surgen de la situación marginal de la mujer en otros continentes y se aplican anacrónicamente a Europa. Otra cuestión es que la llegada masiva de personas de otros continentes a Europa, esté ocasionando conductas que lesionan a las mujeres de forma criminal que el Odinismo repudia. Las religiones abrahámicas impusieron un paternalismo exógeno. La mujer pagana romana, celta, germana y griega gozaba de mucha más libertad que la mujer cristiana. El Odinismo por tanto, lleva en sí mismo el espíritu de libertad y autonomía propias de las mujeres y de los hombres indogermánicos. Los hijos deben ser educados conforme al entender de los padres, sin intromisiones del estado en la familia, pues toda intromisión es una tiranía, aunque sea aprobada por ley en un parlamento. De esto nos advirtió Platón, la política debe estar en manos de filósofos, no de demagogos y ni sofistas.
7.      Pragmatismo Científico: la ciencia como creación del espíritu humano debe guiar el desarrollo del hombre y de la sociedad en su conjunto. La sociedad se crea como necesidad del hombre para afrontar su falta de adaptación al medio. Mediante el conocimiento práctico y la especulación científica los pueblos indogermánicos han podido desarrollar sociedades en la cuales la vida ha progresado. El europeo busca soluciones prácticas, el misticismo, si bien tiene su ámbito, no es la fuerza que guía las sociedades europeas como sucede en otras culturas. A través de la ciencia y de la tecnología deben crearse sociedades en la cuales el hombre pueda desarrollar todas sus potencialidades. El arte en todas sus manifestaciones diviniza al ser humano. ¡Quién no se estremece al ver los templos griegos, romanos, las catedrales, etc.! La misma ciencia a través del lenguaje matemático es una forma sublime de arte. Al leer una ecuación física que rige el comportamiento de los átomos en cualquier parte del Cosmos y en cualquier tiempo; ¡cómo no sentir el aliento de lo divino sobre nuestros cuerpos! La grandeza que hemos heredado de nuestros mayores es mucha, es nuestra obligación seguir aportando Belleza, Justicia y Bien a nuestros semejantes.
8.      Culto a la Naturaleza: nuestros antepasados siempre percibieron fuerzas divinas en los arroyos, las fuentes, los ríos, las montañas, los bosques y los animales. Los ríos poseían un numen y al adentrarse en sus márgenes, pedían su permiso. El respeto y cuidado de la naturaleza era algo sagrado. Al sintonizar con las fuerzas de un río o de un bosque algo se mueve en nuestro interior, nos limpiamos y recobramos confianza en nosotros mismos. Vivimos en simbiosis con la naturaleza, cuando la destruimos nos estamos haciendo un daño irreparable. La economía actual no respeta la naturaleza, el ecologismo potenciado por los estados y ciertos partidos políticos es una falsedad. No atajan el mal, sino que con falsos remedios ocultan el daño irreversible que  se está ocasionando. Son en el fondo semejantes a los charlatanes de las ferias, que vendían ungüentos que servían para curar una caries o limpiar el suelo. Mientras no se cambie el sistema productivo, el consumismo, el mercantilismo y la acumulación de capitales en multinacionales; la naturaleza irá muriendo y con ella nuestros espíritus. La hipocresía de las políticas de reciclaje basadas en poner la carga en las familias son inoperantes. Cuando se fabriquen cosas necesarias, diseñadas para durar y ser reparadas y no para ser consumidas y destruidas, entonces volveremos a un equilibrio con la Madre Naturaleza. El odinista ora al pasear por el bosque; simplemente con respirar, ver la luz entre las ramas de los árboles y sentir la humedad en la piel, entramos en sincronía con la Madre Naturaleza y ella nos enseña cosas inefables. En Ella se formaron nuestros cuerpos y a Ella regresaremos para dar vida a través de nuestra muerte.
9.      Culto Heroico: la vida odinista es una vida de retos imposibles. Lo banal, lo trivial no tienen cabida. El odinista busca tensar la cuerda, alcanzar cotas inexploradas, conquistar mundos no soñados. Para ello dispone de unas armas divinas. Su cuerpo, genéticamente modificado por los dioses, pues no olvidemos que somos hijos de Odín y esto no es algo alegórico. Su mente regida por una lógica flexible (lógica difusa o borrosa) que le permite establecer algoritmos que establecen leyes donde otros no ven más que el azar y el caos. Una vitalidad que le lleva al esfuerzo y a la superación por la necesidad de dar rienda a su naturaleza. La voluntad de ser que le impele a realizar su destino, sin importar donde este le lleve. El odinista siempre triunfa, pues donde otros ven fracaso, por su visión cortoplacista, el odinista ve éxito, pues la escala de tiempo del odinista es el milenio. El odinista lucha por la gloria de su linaje, su estirpe, su sippe, su tribu, su nación. Los dioses nos guían, pero también nos ponen zancadillas para que nos volvamos a levantar y así nuestra vida sea plenamente heroica. La lucha por y para la lucha. La naturaleza nos muestra como todos los seres son engranajes de un maravilloso cuerpo y estos se relacionan entre sí dialécticamente. Solo el odinista que vive su vida sin miedo alcanza la sabiduría heroica, transmutándose en un semidiós que iluminará a nuevas generaciones en pos de la gloria. Pidamos a los dioses y a nuestros ancestros que sepamos encontrar nuestra senda de lucha, que no busquemos atajos y nos enfrentemos a nuestros enemigos con todas nuestras fuerzas sin reservas. La mentira, el dogmatismo, el clericalismo, el mestizaje religioso, la globalización, el materialismo, la contaminación serán vencidas, no en este siglo ni en el que viene, pero sin en mil años. Un nuevo hombre y una nueva mujer surgirán, purificados de la mentira, recuperando lo que fuimos antes y  lo que volveremos a ser, hiperbóreos.

Fernando López de Prado y López, Kindred Castilla, COE