El hombre, es lo
que le ha pasado, lo que ha hecho. Pudieron pasarle, pudo hacer otras cosas,
pero he aquí que lo que efectivamente le ha pasado y ha hecho constituye una inexorable
trayectoria de experiencias que lleva a su espalda, como el vagabundo el
hatillo de su haber. Ese peregrino del ser, ese sustancial emigrante, es el
hombre. Por eso carece de, sentido poner límites a lo que el hombre es capaz de
ser. En esa ilimitación principal de sus posibilidades, propia de quien no
tiene una naturaleza, sólo hay una línea fija, preestablecida y dada, que puede
orientarnos, sólo hay, un límite: el pasado. Las experiencias de vida hechas estrechan
el futuro del hombre. Si no sabemos lo que va a ser, sabemos lo que no va a
ser. Se vive en vista del pasado.
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