martes, 7 de marzo de 2017

8.Etnogénesis de la Nación Visigoda

Desde mediados del siglo XIX comenzó a despertarse un interés en la comunidad académica por el estudio de los pueblos bárbaros de la antigüedad tardía[1], con la finalidad de encontrar un fundamento étnico a los modernos estados que se estaban fundando o asentado (Imperio Alemán, Francia, Reino de Italia, Imperio Ruso, diversos estados eslavos, etc). Después de la segunda guerra mundial se produjo una censura por la que se consideraba de mal gusto realizar estudios centrados en los pueblos germánicos. Será a partir de la década de 1960, bajo la directriz ideológica del mestizaje que se volverán a realizarse nuevos estudios, destacando en todos ellos que los pueblos germanos no eran étnicamente puros, no pudiendo hablarse de una raza germánica, ni de una cultura propiamente germánica, sino del mestizaje de numerosos pueblos de diversas procedencias que dieron lugar a los distintos pueblos germánicos. 

El lector podrá ver en ambas interpretaciones, las desarrolladas desde el XIX y hasta la segunda guerra mundial y las desarrolladas desde 1960 hasta la  actualidad (etnicidad pura versus multimestizaje), una fuerte influencia de prejuicios políticos, por lo cual parece obvio situarse entre ambas interpretaciones, resaltando de de cada una lo más revelador e intentado integrarlas en una teoría lo más coherente y racional posible que los métodos actuales de estudio nos permitan.

El gran historiador alemán Reinhard Wenkus decidió continuar las investigaciones desde la perspectiva del concento de etnogénesis. Con este nuevo enfoque se decidió a analizar y revisar la historia de los francos, lombardos, sajones, anglos, burgundios, vándalos, godos, etc. En la década de 1980, comenzaron a definirse tres líneas de investigación centradas en los pueblos bárbaros: La corriente de Viena, menos radical y más respetuosa con los resultados de las investigaciones históricas anteriores a la segunda guerra mundial; la desarrollada por en los países de lengua inglesa, más radical en sus planteamientos y conclusiones, negando a los pueblos germánicos su contribución en la creación de los reinos medievales; la denominada “revisionista” que pretende crear una visión global del proceso. Por último, se puede crear un grupo formado por autores no adscritos a escuelas.

La Escuela de Viena
Formada por académicos de gran erudición y respeto por las aportaciones de sus maestros. Partiendo de las ideas desarrolladas por el historiador Reinhard Wenskus, el historiador austriaco Herwig Wolfram fundó la escuela de Viena. Consiguió precisar la noción de grupo de tradición. Su obra fundamental fue Geschichte Der Goten. Entwurf einer Historischen Ethonografie, publicada en 1979. En esta obra hace un estudio sociocultural y antropológico del pueblo godo, desde su partida de la isla de Gotizscnadza hasta la formación de los reinos Visigodo y Ostrogodo. 
Según este autor, deben establecer unas hipótesis de partida que a la luz de los datos históricos serán posteriormente confirmadas. Los grupos germánicos se encontraban en constante cambio con otros pueblos con diferentes tradiciones culturales y políticas. El proceso se explica desde los conceptos de etnogénesis (la creación de una nación o pueblo). Esta noción se funda a partir de tres hechos fundamentales:
a) Llevar a cabo una gran hazaña (cruzar un río        caudaloso o ganar una importante batalla).
b)    La identificación de un enemigo común.
c)    El cambio de religión.

Los grupos tribales eran conscientes de portar unas tradiciones culturales ancestrales. Los líderes manipulaban estas tradiciones, para fortalecer la cohesión entre los clanes y subgrupos que constituían el contingente migratorio y para favorecer la integración de los grupos de diferente origen étnico con los que se encontraban en su migración. Wofram realizó un importante estudio del vocabulario sociopolítico encontrado en la Biblia de Wulfila. En este los términos analizados estaban Kuni y Reiks. El Kuni era la comunidad de origen y la de mayor peso político entre los tervingios.

El Reiks era un individuo situado en el centro de la Kuni, de gran linaje, con un amplio séquito de guerreros bajo su mando. Walther Pohl ha estudiado los procesos de etnogénesis en pueblos bárbaros no germánicos como los ávaros. En sus estudios defiende la validez de los métodos de la escuela de Viena frente a sus críticos. En su opinión las fuentes latinas de la antigüedad antigua no pueden ser tenidas como una verdad absoluta ni tampoco ser consideradas como una mera literatura propagandista de la ideología de los centros del poder.

Reinhard Wenskus presentó sus ideas en el trabajo Stammesbildung Und Verfassung, El concepto de Traditionskern constituye su Kernel. Según esta noción, fueron pequeños grupos de élites (y no grandes contingentes identificados como un único pueblo) los que realizaron la migración, logrando la cooptación de seguidores en su camino, a medida que se conseguían victorias y riquezas. Wenskus denominó stammesbildung el proceso por el cual comunidades con orígenes diversos eran agrupadas en un nuevo conglomerado étnico. A través de tradiciones antiguas de origen oral, tales grupos heterogéneos podían ser convencidos de compartir un origen común con el grupo en el cual se integraban.


La Línea de las Historiografía del Atlántico
Walter Goffart y sus discípulos de la Universidad de Toronto constituyen el núcleo de esta corriente de historia de la antigüedad tardía. Centra su enfoque en las relaciones entre los germanos y los romanos, siendo muy críticos con la Escuela Austriaca. La obra fundamental de Goffart es Barbarians and Romans A.D. 418-584: The Tecniques of Accommodation. Para este estudioso la entrada de los germanos dentro de los limes del Imperio Romano no tuvo un carácter de invasión. Fueron las autoridades imperiales las que poco a poco fueron introduciendo a los pueblos bárbaros dentro de los límites del Imperio. Cada guerrero germano o bárbaro, que acompañaba a su rey (generaliza a partir del caso particular de los ostrogodos) recibía una paga por los servicios dados, que se vinculaba con el cobro de gravámenes en los tributos de determinados ciudadanos romanos, incluyendo el privilegio de la exención fiscal.

Los romanos pasaban a pagar impuestos a un rey germano, dejando de pagarlos a los funcionarios del Imperio Romano, con lo cual la administración Imperial dejaba paso a una administración germánica, que con el derrumbe completo del edificio Imperial dará paso a los reinos germánicos. Los germanos pasaban a tener un estatus de superior a la población de ciudadanía romana. Así, en el supuesto del impago de los tributos, los oficiales del rey germano podían confiscar los bienes del ciudadano romano. 
Walter Goffart sostiene que el asentamiento de los pueblos germánicos en las provincias del Imperio Romano, no se fundamentó en la expropiación de tierras, ni en la violencia, sino en el reajuste social propiciado por una nueva administración Imperial, de la cual los foedus germanos formaban una parte importante.
Para Walter Goffart, defiendo que no había un ethos unificador ni sentimiento identitario en los pueblos germano-parlantes. Se apoya su argumentación que no existen por el momento evidencias documentales que sostengan que la lengua era tenida como un elemento identitario.

El enfoque del profesor Goffart en cuanto se centra en las relaciones jurídico-administrativas entre el Imperio Romano y los grupos germánicos, en nuestra opinión, no presenta grandes novedades y es algo obvio. Otra cuestión es ignorar otras fuentes que apuntan hacia las tradiciones culturales, políticas y religiosas de los pueblos germánicos, que constituían su esencia como personas y como sociedades. ¿Qué pensarían los súbditos de su majestad británica si los estudiosos no británicos negasen la existencia de una literatura británica, una religión británica (Iglesia Anglicana), una filosofía británica (Hobbes, Locke, Hume, Moore, Ryle, etc.) unas tradiciones sociales y políticas británicas? En definitiva, ¿Qué pensarían los británicos, si la comunidad de las ciencias sociales negase la existencia del pueblo británico como tal, si negase su aportación a la historia universal? Sin duda, y con razón los británicos pensarían que es algo absurdo, producto de prejuicios.

El estadounidense Alexander Callander Murray en su obra Germanic Kinship Structure: Studies in Law and Society in Antiquity and Early Middle Ages, Wetteren Universa, 1983, da un paso más en la crítica a la Escuela Austriaca, argumentando que los pueblos germánicos tuvieron una influencia mínima en la formación de los reinos europeos medievales. Así los francos, los alamanni o los godos, fueron contingentes migratorios que apenas afectaron a las estructuras pre-existentes. Patrick Amory llega a la conclusión de que las etnicidades bárbaras fueron adoptadas en el escenario de la desintegración del Imperio Romano. Estaban constituidas por papeles sociales (eclesiástico, soldado, administrador, etc.) y sustentadas en la ideología clásica respecto a los germanos.

El investigador  español del CSIC y profesor de arqueología romana en la Universidad Lille-3, Javier Arce, en su obra, Bárbaros y Romanos en Hispania, 400 a 507, Editorial Pons, 2005. Sostiene que los bárbaros no tuvieron una influencia tan negativa, en la evolución de las estructuras sociales y administrativas, como se sostienía hasta ahora. La cultura material de los hispanorromanos y su administración siguieron su línea evolutiva, con un mínimo efecto perturbador de los pueblos germánicos. Los bárbaros no causaron tanta destrucción en Hispania como dicen las fuentes escritas, siendo comparables sus destrozos a los causados por las bandas de latrones. Los suevos, según Javier Arce, convivieron pacíficamente con los galaicos, no destruyeron las estructuras administrativas de las ciudades. Los vándalos se dedicaron a la agricultura antes de su migración al norte de África, lo cual pone en entre dicho  la objetividad de las fuentes literarias romanas, lo cual es normal pues estaban escritas para las élites romanas y al servicio de un Imperio Romano que se tambaleaba.

El profesor Jorge López Quiroga, de la Universidad Autónoma de Madrid en su artículo[2], nos dice que el estudio de los pueblos germánicos ha estado muy mediatizado por las fuentes romanas, al servicio de la propaganda del Imperio Romano. Por este motivo, las fuentes romanas no muestran interés por conocer desde dentro las estructuras sociales y políticas de los germanos. Menos aun el estudio de los rápidos cambios que se producen dentro de las estructuras sociales y políticas de los pueblos bárbaros que entraban en el territorio del Imperio Romano.
La escuela de Viena, siguiendo la “die neu lehre”, la nueva doctrina (toda una declaración de sinceridad), en autores como H. Kuhn, H. Dannenbauer y R. Wenskus, puntualizan el carácter eminentemente aristocrátrico de las instituciones germánicas anteriores a las grandes invasiones de los siglos IV y V d.C. En la historiografía de finales del XIX y principios del siglo XX se insistía en la existencia de una nobleza de sangre[3], la escuela de Viena se centra en la fuerte jerarquización de las sociedades germánicas, formadas por personas libres y no libres. La etnogénesis, se estudia como un mecanismo de creación de una nueva entidad “nacional” bajo la dirección de un rey que le daba el contenido ideológico apoyado en las estructuras de la realeza militar Heerkönigtum y la soberanía doméstica Hausherren

La realeza militar podía equipararse a los dux romanos y es importante para entender el nacimiento de las entidades populares en este periodo de migraciones bárbaras. Las cuales no se vinculaban a un territorio, sino al juramento de fidelidad a un Heerkönigtum. El pueblo inicial se ampliaría con los distintos séquitos que se añadirían después de las luchas armadas exitosas. 

La posición jerárquica según esta escuela no se conseguía por el nacimiento únicamente, sino que debía estar acompañado de un exitoso liderazgo militar. La soberanía doméstica era el aglutinante entre el resto de los componentes de la unidad étnico-política. El linaje, sippe marcaba la dinámica de las relaciones dentro de la sociedad germánica. Existía un jefe de cada linaje, el cual ejercía una soberanía doméstica y militar. Las tumbas principescas reflejan está fuerte jerarquización que se asocia con la riqueza de los enterramientos, como los hallados en Pomerania, correspondientes al siglo II d.C., con ricos ajuares.

Las fuentes romanas utilizaban los términos referentes a pueblos germánicos, como suevo o godo, sin ser conscientes de la complejidad que subyacía a tales denominaciones. Cada entidad popular germánica estaba formada por un conjunto diverso y heterogéneo de personas (gentes). Cuando llegan a Hispania, los germanos se enfrentaran entre ellos (suevos contra vándalos) y entre diversos heerkönigtum que se postulan para alcanzar la realeza.

La etnogénesis del pueblo godo es compleja, como la de todos los pueblos pero muy rica en fuentes arqueológicas que combinada con las fuentes romanas han permitido a los estudiosos establecer los principales hitos en la formación de las dos naciones godas. Jorge López Quiroga en su monografía[4] nos muestra en con detalle el proceso de etnogénesis de los godos. Las primeras noticias sobre los godos que nos dan las crónicas romanas los sitúan en las proximidades de los limes del Danubio, en el primer tercio del siglo III. Participaran como aliados en el ejército reunido por el emperador Gordiano III en 242. Coincidiendo con las primeras oleadas de migraciones que se asocian a la cultura de Wielbark. Después de la muerte del emperador Alejandro Severo (234), se produce una profunda crisis en el Imperio Romano, tenemos una veintena de emperadores con unos reinados cortos. Esta inestabilidad favorecerá la entrada de grupos de bárbaros, asentándose en este tiempo fuera de los limes, en la costa ucraniana y rumana del mar Negro un importante contingente de godos.

Hacia el año 250 los godos liderados por Argaito y Gunterico, en alianza  con los vándalos asdingos y otras gentes atraviesan el Danubio, lo cual volverán a repetir al año siguiente bajo el mando del rey Cniva. Los romanos sufrirán una completa derrota en la que morirá el emperado Decio y su hijo en la batalla de Abrittus. En los yacimientos de la cultura de Cernjahov se encuentran elementos romanos que se asocian a la presencia de soldados romanos entre los godos.

A lo largo del siglo III y más intensamente a partir de la segunda mitad del siglo III y principios del siglo IV se observan importantes cambios internos y externos en las sociedades godas a través de los registros arqueológicos. Aumenta el poder de la aristocracia goda. En las tumbas se observan tanto armas defensivas como ofensivas como está atestiguado en la necrópolis de la cultura de Przeworsk en Polonia. En sintonía con estos cambios evolutivos en el segundo tercio del siglo IV, los godos de Hermenerico (de la dinastía de los Amalos) formarán una poderosa federación de pueblos bárbaros, germanos y no germanos, entre los ríos Don y el Danubio, región a la cual las fuentes romanas designaran cmo Scythia o Gothia. Los enfrentamientos militares entre romanos y godos impulsarán cambios en la cultura material goda: nuevos elementos en el vestido, en las vajillas, armas, etc. La presencia de armas en las tumbas godas se relaciona con la influencia de los vándalos de la cultura Pzeworsk. El comercio con romanos y griegos se intensifica.

La cultura de Wielbark
Se extiende desde el siglo I hasta principios del siglo V. Muestra claras influencias escandinavas, consistentes en prácticas funerarias mixtas (incineración/inhumación) y las construcciones ritualísticas  circulares de piedra. Por estas pruebas materiales, algunos estudiosos refuerzan la teoría del origen escandinavo de los ostrogodos (más específicamente el linaje amalo). También se observan influencias procedentes de la costa del mar Negro, en algunas joyas con decoración granulada y filigranas. No obstante, se observa una rica variedad que puede ser justificada con la presencia de otros pueblos germánicos como los rugios y los gépidos. La zona inicial se sitúa en las márgenes del Vístula, que coincide con la entidad política que las fuentes romnas asocian a los gutones, además de afirmación de Jordanes sobre la estancia de los godos en la desembocadura del Vistula. Estos restos arqueológicos se conocen como cultura godo-gepida. Esta cultura fue extendiéndose hasta alcanzar el mar Negro.

La cultura de Cernjahov-Sintana de Mueres
Esta ampliamente documentada por los yacimientos arqueológicos que se han encontrado en Ucrania, datados en el siglo III y pertenecientes a la federación goda fundada por el rey Hermenerico (250 al 410 d. C.). Se expandirá hasta la actual Rumania. La cultura de Cernjahov se sitúa en la costa del mar Negro, entre las desembocaduras de los ríos Danubio y el Don. La necrópolis que da nombre  a la cultura se encuentra en la cuenca media del Don, fue descubierta en 1899. Para Bierbauer, la expansión de la cultura de Cernjahov desde Ucrania a Rumania para formar la cultura de Sintana de Mures. Es un dato a tener en cuenta para datar el inicio de la división de los godos, en tervingios y greutungos, alrededor del 291 d. C. La presencia de elementos materiales típicos de la cultura de Wielbark asociados a los godos en los yacimientos de la cultura de Cernjahov, permite confirmar la filiación de esta última respecto a la primera. Es interesante destacar que también aparecen elementos materiales de culturas iranias, lo cual refuerza los datos aportados por otras fuentes sobre las relaciones de los godos con los pueblos escitas y  los sármatas. La ausencia de armas en las necrópolis visigodas en Hispania es una constante, lo cual coincide con las necrópolis asociadas a los godos en estas culturas. La desaparición de estas comunidades coincide con la llegada de los hunos.

Las etnogénesis de los godos entre el Danubio y en la Gallia (356 al 410)
Entre los años 364 al 375 los romanos realizaron importantes obras en el limes del Danubio, creando una barrera defensiva en profundidad, formada por tres líneas defensivas. Valente I negoción con los godos, conocedor que estos eran el pueblo más fuerte y que lideraban al resto de bárbaros. Las invasiones a la provincia de Tracia de Atanarico demostraban la capacidad guerrera de esta nación. Ammianus Marcellinus titula de iudex de los tervingos a Atanarico, lo cual no es sorprendente, pues titularlo de rey implicaría reconocerle mayor poder. Según Ammianus, Valente I derrotó tres veces al iudex Atanario entre los años 367-369, concediéndole los romanos tierras y tributos. Esto parece sorprendente, que los romanos a un enemigo vencido tres veces en batalla campal, le concedan tales condiciones.

La llegada de los hunos hace que los godos (tervingos y greutungos) se instalen  en las provincias de Tracia, Moesia y Dacia, con el permiso del emperador. Los conflictos que se generaran entre los godos y los magistrados provinciales llevarán a la mayor derrota del ejército Imperial. Dos tercios de las fuerzas del Imperio Oriental serán destruidas en una sola batalla, falleciendo el emperador Valente I. En esta batalla los tervingos de Fritigerno y los greutungos de Safrax y Alateo derrotaron unidos a los romanos. Bajo el liderazgo de Alarico I, los visigodos dan un importante paso en su etnogénsis, integrando a los tervingos, con importante grupos de greutungos que se le fueron uniendo desde que cruzaron el Danubio y por último después de la derrota de lo greutungos de Radagaiso. En las Galias y en Hispania integrarán a parte de la élites terratenientes romanas. Esto se realizará a través de matrimonios mixtos, como el del rey visigodo de origen ostrogodo Teudis que se casó con una mujer procedente de una rica familia hispanorromana, la cual le aporto riqueza y una amplia clientela. Influyentes clérigos, como Isidoro de Sevilla, hijo de una terrateniente hispanorromano y una goda de alto linaje.

Los matrimonios mixtos[5] fueron prohibidos por la legislación romana de Valentiniano  y de Valente I del año 373, por la que se castigaba con la pena capital a cualquier provincial que tomase por esposo o esposa a una bárbara. La Lex Romano Visigothorum de Alarico II del 506, hace suya esta norma romana, de la cual no se conoce que se llegase realmente a aplicar. La disposición del rey Leovilgildo LV 3.1.1. Establece: Que esté permitida la unión matrimonial tanto de un godo con de una romana, como de un romano con una goda.

Con la conversión de Recaredo, tanto los hispanorromanos como los godos eran súbditos del rey visigodo en igualdad de condiciones y miembros de la misma patria, como se cita en los Concilios de Toledo. Citando a José Orlandis[6]
“La política confesional del rey Leovigildo rompió abiertamente con el tradicional esquema dualista de godos arrianos frente a hispano-romanos católicos. Dentro de un marco más amplio de un gran proyecto unificador destinado a terminar con las tradicionales barreras existentes en la población de su reino [...] la consecución de la unidad religiosa habría de contribuir decisivamente a la integración de todos los súbditos —godos y romanos— en una única gens gothorum, entendida en un sentido totalmente limpio de cualquier connotación de exclusivismo racial”.

Para ser elegible como rey de los visigodos solo se exigía
ser hijo de godo o goda, con lo cual los descendientes de 
matrimonios mixtos eran a todos los efectos godos, 
quedando todos los hispanorromanos en la nación visigoda.
Como ejemplo tenemos al rey Ervigio, hijo del bizantino 
Ardabasto y una sobrina de Chindasvinto













[1] Seguimos el artículo de Fernando Carlos Ruchesi, Identidad y Etnogénesis: Una Aproximación a la problemática de los Bárbaros en la Antigüedad Tardía. CONICET, Universidad Nacional del Noroeste.
[2]Jorge López Quiroga, La presencia “Germánica” en la Hispania del siglo V d. C. Arqueología y Procesos de Etnogénesis en la Península Ibérica, CuPAUAM 30, 2004, pp. 213-223.
[3] Concepto en el cual se fundamenta de la Hidalguía, como se puede leer la obra Memorial de la Casa de Lemavia,  Tomo I, 2º Edición 2011, New York.
[4] Jorge López Quiroga, Gentes Barbarae. Los Bárbaros entre el Mito y la Realidad. Antigüedad y Cristianismo, XXV, 2008. Universidad de Murcia.
[5] María R. Valverde, El Reino Visigodo de Toledo y los Matrimonios Mixtos entre Godos y Romanos, Gerion, Volumen 20, Núm 1 (2002):511-527.
[6] José Orlandis, La Doble Conversión de los Pueblos Germánicos Siglos V al VIII. Anuario de la Historia de la Iglesia, nº 9, 2000, pág 69 a 84. Universidad de Navarra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario