De las mitologías de los pueblos
germánicos, es la nórdica la que se ha conservado formando un corpus coherente.
Las divinidades escandinavas o nórdicas se dividen en tres categorías: Ases (Æsir,
Áss), Vanes (Vanir, Vanr) y en menor medida los Elfos. Entre los ases destacan
Wotan, Thor y Týr. De los Vanes los más importantes son Njördr, Freyr y Freyja,
representantes de la prosperidad, la riqueza, la paz, el placer, las cosechas,
la navegación, el comercio, etc. Wotan es el mago supremo; el descubridor de
las runas, el rey de los ases, el patrón de los héroes. Son tan amplios sus poderes,
que no hay ciencia o arte que le sea desconocida. Thor es el Dios del martillo,
el campeón de los dioses. Los nórdicos tenían una fórmula trinitaria de los Dioses
con la resumían su religiosidad: Wotan, Thor y Freyr (este último podía
sustituirse por la pareja Njördr-Freyr o por Freyja). El viajero alemán Adam de
Bremen en su visita al templo sueco de Upsala identifico tres estatuas de los dioses
Wodan, Thor y Fricco.
Se han conservado muy pocos datos
sobre los cultos y liturgias de los pueblos nórdicos. El profesor George Dumezil
ha puesto de relieve la semejanza existente, tanto a nivel funcional como
religioso, entre la trinidad germánica y la latina (Júpiter, Marte y Jano o
Quirino).
Bernhard Salin (1861-1931)[1] propuso que la invasión de
los Ases descrita en la Ynglingasaga constituye el recuerdo de grandes hechos
históricos. En estos relatos podemos observar como los protogermanos
procedentes de la costa norte del mar Negro, en su migración se enfrentaron a
otros pueblos; siendo los Vanes su rival más poderoso, al cual no lograron
vencer, por lo que tuvieron que establecer un tratado de paz. Autores como H.
Schück y E. Mogk propusieron que en el fondo de la trama residía un
enfrentamiento de religiones. Otros autores como H. Güntert y E.A. Philippson
opinan que fue una guerra étnica. En cuanto a la cronología algunos autores
sitúan los hechos narrados en la Ynglingasaga en el siglo IV a.e.c. siguiendo a
Bernhard Salin, mientras otros autores la hacen coincidir con la llegada de los
primeros protogermanos a Germania[2].
E.A. Philippson[3] nos dice que la religión
de los Vanes era más antigua y autóctona, producto de la civilización agrícola.
La religión de los Ases, era más reciente, manifestación de una cultura
guerrera y viril, más espiritual. Los romanos no fueron capaces de intuir que
eran dos religiones distintas que convivían hacia su fusión. Por el contrario,
el paganismo germánico si tenía consciencia de estas dos religiones y lo
manifestaba a través de la guerra entre los Vanes y los Ases.
Otros mitólogos[4], entre los que destacan
Dumezil, O. Höfler y J. de Vries, opinan que las diferencias entre la religión
de los Ases y la religión de los Vanes, no hay que interpretarla en términos de
un enfrentamiento armado entre dos pueblos. Se trata de dos términos
complementarios de una misma estructura religiosa e ideológica unitaria.
Esta religión la trajeron a
Germania los protogermanos; el enfrentamiento entre los Vanes y los Ases
escenifica de manera espectacular, como requiere el mito, la distinción entre
ambas espiritualidades, su papel complementario y solidario para mayor bien de
una sociedad humana que necesita la protección tanto de los Ases como de los
Vanes.
En opinión del profesor Dumezil,
la tesis histórica presenta fuertes contradicciones internas que la hacen muy
frágil. Las lenguas germánicas se caracterizan frente al protoindoeuropeo por
una deformación de la fonética protoindoeuropea. En comparación con otras
lenguas indoeuropeas, las germánicas han tomado un reducido número de préstamos
de las lenguas no indoeuropeas. En la esencia indoeuropea de la espiritualidad
y de los mitos nórdicos se encuentran las claves para su interpretación. Antes
de ignorar una frase, un teologuema o un mito nórdico, debemos buscar en los
textos mitológicos griegos, latinos o hindúes si se pueden encontrar relatos
homólogos que no están influenciados por el cristianismo como sucede con Snorri[5].
En las religiones indoarias,
prevédicas y védicas, un reducido número de divinidades eran invocadas
siguiendo una lista jerarquizada, a modo de resumen de las sociedades divina y
humana. Las divinidades se distribuían en tres niveles funcionales. En la India
clásica, los tres niveles funcionales divinos se correspondían a las tres
clases sociales generales: brāhmaṇa, kṣatriya y los vaisya (ganaderos-agricultores).
En la antigua Irlanda, la sociedad humana se repartía también en tres grupos
jerarquizados: los druidas, los nobles (flaith) y los hombres libres poseedores
de bueyes (bo airig). En un texto Mitani se enumera primero a los dioses
soberanos, Mitra y Varuṇa, a continuación al dios de la guerra Indra y después
a los dioses gemelos donadores de prosperidad, fortaleza y juventud, los
Nāsataya Aśvin. En la antigua Roma también se invocó a la triada precapitolina:
Júpiter, Marte y Quirino, representando la soberanía, la guerra y la
prosperidad en la paz vigilante[6].
Esta coincidencia en los niveles
funcionales de las sociedades humanas y divinas entre los indoarios, latinos,
celtas y germanos no puede deberse al simple azar. Procede del substrato
ideológico heredado por los pueblos indoeuropeos del Urvolk. Las coincidencias
mitológicas alcanzan detalles mínimos como que los dioses de la guerra Thor e
Indra son pelirrojos, poseen un martillo y la vajra, ambos realizados por
artesanos. Ambos dioses tienen el poder de lanzar rayos. En los indoiranios,
los dioses de las dos primeras funciones están más próximos, lo cual concuerda
con el relato de Snorri. Esta proximidad entre las dos primeras funciones
divinas concuerda con la relación más intima en la cultura védica entre los
brāhmaṇa y los kṣatriya frente a los vaisya. En las sociedades europeas cristianizadas,
a lo largo de los siglos siempre ha existido una mayor vinculación entre el
clero y la nobleza, como estamentos privilegiados, frente al estado llano
(plebeyos o pecheros, ambas palabras con connotaciones peyorativas).
Carlomagno impuso a los sajones
un juramento que se conserva en el Vaticano[7]: “Renuncio a todas las
obras y palabras del diablo, a Thunar
y a Uuôten y a Saxnôt y a todos los demonios que son sus compañeros (hira
genôtas)”. Las dos primeras divinidades
se identifican sin dificultad con Thor y Wotan. El tercero debe ser una
divinidad propia de los sajones. A tal conclusión se llega al encontrar entre
los anglosajones la forma Seaxneat
que significa “compañero de los sajones”. En concordancia con Saxnôt/Seaxneat
encontramos Quirino (*co-uirī-no) el
dios de la colectividad quirinaria.
Frey dentro de los dioses es
denominado el fokvaldi, el amo del
pueblo, de la masa (skirninál3: folkadi goda). Freyr también es designado como
el veraldar god, el dios del conjunto de los hombres por las generaciones que
se designa: welt, world y wärld (alemán, inglés y sueco) y que etimológicamente
está formado por dos términos: hombres (wer) y generaciones (öld).
En los vedas queda rastro de la
antigua enemistad entre los dioses liderados por Indra y los dioses de la
tercera función, los Näsatya. En el quinto veda, cuyas fuentes son indoiranias,
Indra y el resto de dioses negaban a los Näsatya la consideración de dioses
plenos, calificándolos de curanderos y artesanos, más próximos a la condición
humana que a la de los dioses. Cuando los Näsatya presentaron su petición de
entrar en la sociedad divina y participar de las oblaciones humanas, se inició
un conflicto que concluyó con la inclusión de los Näsatya en la sociedad
divina, formando la tercera función.
La analogía entre el conflicto
narrado en el Mahabhārata (secciones 123-125) entre los dioses presididos por
Indra y el texto nórdico Skáldkaparmal, la encontramos a través de dos seres de
gran poder designados ambos por el término embriaguez,
Mada (sanscrito) y Kvasir (kvas en eslavo, kvas en danés y noruego dialectal).
Kvasir fue creado para formalizar
un pacto entre los Vanes y los Ases. Los dioses reunidos decidieron sellar su
pacto escupiendo en un recipiente y con la saliva reunida crearon un hombre de
gran inteligencia, el más sabio del mundo. En su vagar por el mundo, Kvasir
tropieza con dos enanos que mediante el engaño consiguen matarlo. Los enanos
mezclan la sangre de Kvasir con miel en tres recipientes, con lo que obtienen
el hidromiel de los poetas y de los sabios.
Los Nāsatya saben que no se
pueden enfrentar al poderos rayo de Indra sin salir derrotados. Recurren a un
asceta que antaño había conseguido volver a la juventud gracias a los poderes
de los Nāsatya. Este asceta crea mediante la ascesis un poderos gigante llamado
Mada, un hombre gigantesco que es capaz de engullir a los dioses y al mundo.
Ante el poder de Mada (Embriaguez), Indra decide pactar con los Nāsatya,
aceptándolos en la sociedad divina. Al concluirse la paz, Mada representa un
peligro. Los dioses deciden cortarlo en cuatro trozos y su esencia es repartida
en cuatro cosas que producen embriaguez: la bebida, las mujeres, el juego y la
caza.
Hemos apuntado las semejanzas
entra ambos textos, para exponer el origen común del enfrentamiento entre los dioses
de las dos primeras funciones y los dioses de la tercera función. Las
diferencias son importantes, pero no le restan importancia a la hipótesis del
origen común de Kvasir y Mada. La lejanía en el tiempo del Urvolk, hace que
materiales comunes sean empleados en explicaciones mitológicas en diferentes
momentos, deformándose para adaptarse al nuevo enfoque mitológico.
Los germanistas han resaltado las
características de Kvasir: es producido después del tratado de paz, se forma a
partir de la saliva de los dioses, tiene forma humana, una sabiduría inmensa,
gran bondad, un ansia de aprender nuevas cosas que le llevará a ser engañado y
asesinado por los enanos. Estos buscaban apropiarse de la sabiduría de Kvasir.
Para ello mezclarán la sangre de Kvasir con miel para producir el hidromiel de
la poesía y de la sabiduría.
[1] George Dumezil, Los Dioses de los Germanos,
Editorial Siglo XXI, segunda edición en castellano, 1990. México. Página 17.
[2] George Dumezil, op. cit., pág. 17 y 18.
[3] George Dumezil, op. cit., pág. 18. E.A.
Philippson, Die Genealogie der Götter, 1953, pág. 19.
[4] George Dumezil, op.
cit., pág. 19-20
[5] George Dumezil, op. cit., pág. 24.
[6] George Dumezil, opus
cit., página 26.
[7] George Dumezil, opus
cit., página 30.
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