jueves, 14 de marzo de 2019

Los Dioses Germánicos según el Estructuralismo



De las mitologías de los pueblos germánicos, es la nórdica la que se ha conservado formando un corpus coherente. Las divinidades escandinavas o nórdicas se dividen en tres categorías: Ases (Æsir, Áss), Vanes (Vanir, Vanr) y en menor medida los Elfos. Entre los ases destacan Wotan, Thor y Týr. De los Vanes los más importantes son Njördr, Freyr y Freyja, representantes de la prosperidad, la riqueza, la paz, el placer, las cosechas, la navegación, el comercio, etc. Wotan es el mago supremo; el descubridor de las runas, el rey de los ases, el patrón de los héroes. Son tan amplios sus poderes, que no hay ciencia o arte que le sea desconocida. Thor es el Dios del martillo, el campeón de los dioses. Los nórdicos tenían una fórmula trinitaria de los Dioses con la resumían su religiosidad: Wotan, Thor y Freyr (este último podía sustituirse por la pareja Njördr-Freyr o por Freyja). El viajero alemán Adam de Bremen en su visita al templo sueco de Upsala identifico tres estatuas de los dioses Wodan, Thor y Fricco.
Se han conservado muy pocos datos sobre los cultos y liturgias de los pueblos nórdicos. El profesor George Dumezil ha puesto de relieve la semejanza existente, tanto a nivel funcional como religioso, entre la trinidad germánica y la latina (Júpiter, Marte y Jano o Quirino).

Bernhard Salin (1861-1931)[1] propuso que la invasión de los Ases descrita en la Ynglingasaga constituye el recuerdo de grandes hechos históricos. En estos relatos podemos observar como los protogermanos procedentes de la costa norte del mar Negro, en su migración se enfrentaron a otros pueblos; siendo los Vanes su rival más poderoso, al cual no lograron vencer, por lo que tuvieron que establecer un tratado de paz. Autores como H. Schück y E. Mogk propusieron que en el fondo de la trama residía un enfrentamiento de religiones. Otros autores como H. Güntert y E.A. Philippson opinan que fue una guerra étnica. En cuanto a la cronología algunos autores sitúan los hechos narrados en la Ynglingasaga en el siglo IV a.e.c. siguiendo a Bernhard Salin, mientras otros autores la hacen coincidir con la llegada de los primeros protogermanos a Germania[2].
E.A. Philippson[3] nos dice que la religión de los Vanes era más antigua y autóctona, producto de la civilización agrícola. La religión de los Ases, era más reciente, manifestación de una cultura guerrera y viril, más espiritual. Los romanos no fueron capaces de intuir que eran dos religiones distintas que convivían hacia su fusión. Por el contrario, el paganismo germánico si tenía consciencia de estas dos religiones y lo manifestaba a través de la guerra entre los Vanes y los Ases.

Otros mitólogos[4], entre los que destacan Dumezil, O. Höfler y J. de Vries, opinan que las diferencias entre la religión de los Ases y la religión de los Vanes, no hay que interpretarla en términos de un enfrentamiento armado entre dos pueblos. Se trata de dos términos complementarios de una misma estructura religiosa e ideológica unitaria.

Esta religión la trajeron a Germania los protogermanos; el enfrentamiento entre los Vanes y los Ases escenifica de manera espectacular, como requiere el mito, la distinción entre ambas espiritualidades, su papel complementario y solidario para mayor bien de una sociedad humana que necesita la protección tanto de los Ases como de los Vanes.

En opinión del profesor Dumezil, la tesis histórica presenta fuertes contradicciones internas que la hacen muy frágil. Las lenguas germánicas se caracterizan frente al protoindoeuropeo por una deformación de la fonética protoindoeuropea. En comparación con otras lenguas indoeuropeas, las germánicas han tomado un reducido número de préstamos de las lenguas no indoeuropeas. En la esencia indoeuropea de la espiritualidad y de los mitos nórdicos se encuentran las claves para su interpretación. Antes de ignorar una frase, un teologuema o un mito nórdico, debemos buscar en los textos mitológicos griegos, latinos o hindúes si se pueden encontrar relatos homólogos que no están influenciados por el cristianismo como sucede con Snorri[5].

En las religiones indoarias, prevédicas y védicas, un reducido número de divinidades eran invocadas siguiendo una lista jerarquizada, a modo de resumen de las sociedades divina y humana. Las divinidades se distribuían en tres niveles funcionales. En la India clásica, los tres niveles funcionales divinos se correspondían a las tres clases sociales generales: brāhmaṇa, kṣatriya y los vaisya (ganaderos-agricultores). En la antigua Irlanda, la sociedad humana se repartía también en tres grupos jerarquizados: los druidas, los nobles (flaith) y los hombres libres poseedores de bueyes (bo airig). En un texto Mitani se enumera primero a los dioses soberanos, Mitra y Varuṇa, a continuación al dios de la guerra Indra y después a los dioses gemelos donadores de prosperidad, fortaleza y juventud, los Nāsataya Aśvin. En la antigua Roma también se invocó a la triada precapitolina: Júpiter, Marte y Quirino, representando la soberanía, la guerra y la prosperidad en la paz vigilante[6].

Esta coincidencia en los niveles funcionales de las sociedades humanas y divinas entre los indoarios, latinos, celtas y germanos no puede deberse al simple azar. Procede del substrato ideológico heredado por los pueblos indoeuropeos del Urvolk. Las coincidencias mitológicas alcanzan detalles mínimos como que los dioses de la guerra Thor e Indra son pelirrojos, poseen un martillo y la vajra, ambos realizados por artesanos. Ambos dioses tienen el poder de lanzar rayos. En los indoiranios, los dioses de las dos primeras funciones están más próximos, lo cual concuerda con el relato de Snorri. Esta proximidad entre las dos primeras funciones divinas concuerda con la relación más intima en la cultura védica entre los brāhmaṇa y los kṣatriya frente a los vaisya. En las sociedades europeas cristianizadas, a lo largo de los siglos siempre ha existido una mayor vinculación entre el clero y la nobleza, como estamentos privilegiados, frente al estado llano (plebeyos o pecheros, ambas palabras con connotaciones peyorativas).

Carlomagno impuso a los sajones un juramento que se conserva en el Vaticano[7]: “Renuncio a todas las obras y palabras del diablo, a Thunar y a Uuôten y a Saxnôt y a todos los demonios que son sus compañeros (hira genôtas)”.  Las dos primeras divinidades se identifican sin dificultad con Thor y Wotan. El tercero debe ser una divinidad propia de los sajones. A tal conclusión se llega al encontrar entre los anglosajones la forma Seaxneat que significa “compañero de los sajones”. En concordancia con Saxnôt/Seaxneat encontramos Quirino (*co-uirī-no) el dios de la colectividad quirinaria.

Frey dentro de los dioses es denominado el fokvaldi, el amo del pueblo, de la masa (skirninál3: folkadi goda). Freyr también es designado como el veraldar god, el dios del conjunto de los hombres por las generaciones que se designa: welt, world y wärld (alemán, inglés y sueco) y que etimológicamente está formado por dos términos: hombres (wer) y generaciones (öld).

En los vedas queda rastro de la antigua enemistad entre los dioses liderados por Indra y los dioses de la tercera función, los Näsatya. En el quinto veda, cuyas fuentes son indoiranias, Indra y el resto de dioses negaban a los Näsatya la consideración de dioses plenos, calificándolos de curanderos y artesanos, más próximos a la condición humana que a la de los dioses. Cuando los Näsatya presentaron su petición de entrar en la sociedad divina y participar de las oblaciones humanas, se inició un conflicto que concluyó con la inclusión de los Näsatya en la sociedad divina, formando la tercera función.

La analogía entre el conflicto narrado en el Mahabhārata (secciones 123-125) entre los dioses presididos por Indra y el texto nórdico Skáldkaparmal, la encontramos a través de dos seres de gran poder designados ambos por el término embriaguez, Mada (sanscrito) y Kvasir (kvas en eslavo, kvas en danés y noruego dialectal).
Kvasir fue creado para formalizar un pacto entre los Vanes y los Ases. Los dioses reunidos decidieron sellar su pacto escupiendo en un recipiente y con la saliva reunida crearon un hombre de gran inteligencia, el más sabio del mundo. En su vagar por el mundo, Kvasir tropieza con dos enanos que mediante el engaño consiguen matarlo. Los enanos mezclan la sangre de Kvasir con miel en tres recipientes, con lo que obtienen el hidromiel de los poetas y de los sabios.

Los Nāsatya saben que no se pueden enfrentar al poderos rayo de Indra sin salir derrotados. Recurren a un asceta que antaño había conseguido volver a la juventud gracias a los poderes de los Nāsatya. Este asceta crea mediante la ascesis un poderos gigante llamado Mada, un hombre gigantesco que es capaz de engullir a los dioses y al mundo. Ante el poder de Mada (Embriaguez), Indra decide pactar con los Nāsatya, aceptándolos en la sociedad divina. Al concluirse la paz, Mada representa un peligro. Los dioses deciden cortarlo en cuatro trozos y su esencia es repartida en cuatro cosas que producen embriaguez: la bebida, las mujeres, el juego y la caza.
Hemos apuntado las semejanzas entra ambos textos, para exponer el origen común del enfrentamiento entre los dioses de las dos primeras funciones y los dioses de la tercera función. Las diferencias son importantes, pero no le restan importancia a la hipótesis del origen común de Kvasir y Mada. La lejanía en el tiempo del Urvolk, hace que materiales comunes sean empleados en explicaciones mitológicas en diferentes momentos, deformándose para adaptarse al nuevo enfoque mitológico.
Los germanistas han resaltado las características de Kvasir: es producido después del tratado de paz, se forma a partir de la saliva de los dioses, tiene forma humana, una sabiduría inmensa, gran bondad, un ansia de aprender nuevas cosas que le llevará a ser engañado y asesinado por los enanos. Estos buscaban apropiarse de la sabiduría de Kvasir. Para ello mezclarán la sangre de Kvasir con miel para producir el hidromiel de la poesía y de la sabiduría.









[1] George Dumezil, Los Dioses de los Germanos, Editorial Siglo XXI, segunda edición en castellano, 1990. México. Página 17.
[2] George Dumezil, op. cit., pág. 17 y 18.
[3] George Dumezil, op. cit., pág. 18. E.A. Philippson, Die Genealogie der Götter, 1953, pág. 19.
[4] George Dumezil, op. cit., pág. 19-20
[5] George Dumezil, op. cit., pág. 24.
[6] George Dumezil, opus cit., página 26.
[7] George Dumezil, opus cit., página 30.

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