El SEGUNDO CICLO
DE INCURSIONES VIKINGAS EN ESPAÑA
Continuando la narración de las
incursiones vikingas en España, habíamos visto que las primeras acontecieron
durante el reinado de don Ramiro I de Asturias. A este rey le sucedió Ordoño I, que reinará entre el año 850 al 866. Las
noticias que tenían los españoles sobre los hombres del norte eran escasas. Se
conocía el texto del hispano-romano Pomponio
Mela, que en su obra Chorographia hablaba de la mítica “La Isla de Thule”:
“Son cortas en ella las noches,
porque el Sol se pone muy tarde, más en el invierno obscuras como en otras
partes. En el estío claras, porque en tal tiempo levantándose ya más alto aunque él
no se le parezca, alumbra todo lo que está cerca con la vecindad de su
resplandor. Pero en el Solsticio no hay nada de noche, porque entonces ya más
patente no solo muestra descubierta su luz y resplandor, sino grande parte de su misma rueda[1]”
Se dice que Pomponio Mela pudo
haber llegado a las lejanas tierras de los normandos, a la misma Thule, patria
ancestral de los pueblos europeos.
El Chronicon Albeldense nos dice:
“Eius tempore (reinando don Ordoño
I de Asturias) Lordomani iterum venientes in Gallaeciae maritimis a Petro comite
interfecti sunt[2]
También nos aporta datos el
Chronicon Sebastiani:
“Iterum Nordomani piratae per
haec tempora ad nostra littora pervenerunt: deinde in Hispaniam perrexerunt,
omnemque ejus maritiman gladio, igneque praedando ….”
Las fuentes musulmanas sitúan
estas incursiones en el año 858. Los vikingos se internaron por la ría de
Arousa (Pontevedra). Esta ría es ancha, dispone de numerosas playas donde es
fácil desembarcar y establecer pequeñas fortificaciones. Al fondo de la ría se
encuentra Iria Flavia, el puerto más próximo a Santiago de Compostela. Los
vikingos sabían que era un santuario muy transitado por peregrinos, con un
clero que atesoraba muchas joyas de oro y plata. En la “Elis saga ok
Rosamundu”, Saga de Elías de Rosamunda, escrita entre 1126 y 1263 se cuenta:
“Mirad ahí está el hijo del viejo
Julián, a quien él expulsó de su reino con ira e injustas acusaciones. No quisiera
yo tal cosa de ninguna forma por todo el oro de Galicia[3].”
Los noruegos debieron llevar
mucho oro de Galicia, pues en varias sagas asocian esta región con el oro.
El Chronicon Iriense también nos
habla de la llegada de cien naves vikingas a las costas gallegas:
“Eo tempore C naves Normanorum in
Gallaeciam venerunt, et post triennium ad propia sunt reversae[4].”
El historiador López Ferreiro[5]
nos dice:
“Cual huracán se lanzaron por la
ría de Arousa y pillaron cuanto quisieron en Iria Flavia, que era de aquella
sede del obispado. La llegada de las noticias de la avalancha vikinga produjo
la huida en trompa de todo el clero de Iria Flavia, buscando protección dentro
de las murallas de Santiago de Compostela. Los vikingos una vez que
consiguieron un gran botín en Iria Flavia, se dirigieron a Santiago, sitiando
la plaza. Los sitiados no tuvieron más
remedio que pagar un tributo a los vikingos para librarse del saqueo. Sin embargo,
a pesar de recibir el tributo, los vikingos quisieron entrar en Santiago. La llegada
del conde don Pedro, del cual habla la crónica Albeldense, permitió levantar el
sitio de la ciudad, matando a muchos vikingos.”
Debido a la dificultad de
defender Iria Flavia de las incursiones de los vikingos, el cabildo solicitó al
rey Ordoño I de Asturias que se llevase la sede episcopal a Santiago de
Compostela, a unos 30 km de la costa. El rey envió una delegación al papa
Nicolás I, quien lo autorizó pero con el cumplimiento de unas condiciones.
La derrota que les causó el conde
don Pedro a los vikingos debió ser importante, pues de las cien naves con las
que llegaron a Galicia, solo les quedaban 72. ¿Disponía el conde de una armada
o la pérdida de hombres impidió a los vikingos tripular las 100 naves
iniciales? Las fuentes no nos aclaran esta cuestión.
La flota vikinga levó anclas de
la ría de Arousa y se dirigió hacia el sur. Las fuentes musulmanas nos dicen
que los vikingos intentaron desembarcar en la costa portuguesa en el año 858.
El cronista árabe Ibn Adari, nos informa que repelieron el ataque vikingo,
apresando 2 barcos en los que encontraron oro, plata, prisioneros y municiones.
Los setenta restantes barcos pusieron la proa hacia Andalucía, con la intención
de remontar el Guadalquivir. Como vemos, los vikingos navegaban por estas
costas con soltura, iban a tiro hecho. Después de saquear las márgenes del
Guadalquivir, desembarcaron en Algeciras, saqueando la ciudad e incendiaron la
mezquita. A continuación atacaron la costa del norte de África, para después dirigirse a Murcia, desembarcando
y tomando la plaza de Orihuela.
Los incansables vikingos,
pusieron rumbo a la islas Baleares, haciendo incursiones en Mallorca, Ibiza y Formentera.
Se acercaba el invierno y los vikingos deciden poner la proa de sus drakkars en dirección a la costa francesa donde piensan invernar. Realizan saqueos en la cuenta del Ródano. Toman en el Rosellón numerosas plazas: Arles, Elna, San Genis de Fontanes, etc. En Cataluña saquearon Ampurias y Bañolas. Habían logrado un gran botín y necesitaban invernar para reparar las naves y dar descanso a los hombres. En la Camarga, cerca del valle de Rodano establecen el campamento de invierno. De vuelta a las costas andaluzas, tuvieron algún encontronazo con los musulmanes en la desembocadura del Guadalquivir. En este momento las fuentes musulmanas dicen que las naves vikingas eran 62[6].
Se acercaba el invierno y los vikingos deciden poner la proa de sus drakkars en dirección a la costa francesa donde piensan invernar. Realizan saqueos en la cuenta del Ródano. Toman en el Rosellón numerosas plazas: Arles, Elna, San Genis de Fontanes, etc. En Cataluña saquearon Ampurias y Bañolas. Habían logrado un gran botín y necesitaban invernar para reparar las naves y dar descanso a los hombres. En la Camarga, cerca del valle de Rodano establecen el campamento de invierno. De vuelta a las costas andaluzas, tuvieron algún encontronazo con los musulmanes en la desembocadura del Guadalquivir. En este momento las fuentes musulmanas dicen que las naves vikingas eran 62[6].
Los cronistas musulmanes Nowari y
Ibn Khaldún cuentan que los vikingos remontaron el Ebro hasta la misma Pamplona
haciendo prisionero al rey navarro don García. Este rey tuvo que negociar su
liberación mediante el pago de 90.000 dinares. En su regreso volvieron a atacar
la costa gallega, incrementando su tesoro.
En estas incursiones los vikingos
no tenían intención de establecer un asentamiento permanente en España. Veremos
en la tercera serie de incursiones, entre 968-971, como los normandos llegaron a
Galicia con un poderoso ejército para establecer una nueva Normandía.
En el año 905, el rey de
Asturias, don Alfonso III mando
construir un castillo para mejor defensa de la catedral de Oviedo contra los
ataques vikingos.
“Navales gentilitas pirático solent
exercitu properare[7].”
[1] La
Geographia de Pomponio Mela, Madrid 1642, Libro III, cap. IV. Traducción de
Luis Tribaldos.
[2] España
Sagrada XIII, página 454.
[3] Elis
saga ok Rosamundu. Ed. E. Kölbing. Heilbronn, 1881, cap. 2
[4] España
Sagrada XX, página 602
[5] A. López
Ferreiro, Historia de la Santa A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, tomo II,
pág. 148.
[6] Vicente
Almazán, Gallaecia Scandinavica, Editorial Galaxia, 1986, pág. 95.
[7] España
Sagrada, XXXVII, pág. 216.