jueves, 28 de junio de 2018

El SEGUNDO CICLO DE INCURSIONES VIKINGAS EN ESPAÑA


El SEGUNDO CICLO DE INCURSIONES VIKINGAS EN ESPAÑA

Continuando la narración de las incursiones vikingas en España, habíamos visto que las primeras acontecieron durante el reinado de don Ramiro I de Asturias. A este rey  le sucedió  Ordoño I, que reinará entre el año 850 al 866. Las noticias que tenían los españoles sobre los hombres del norte eran escasas. Se conocía el texto del hispano-romano Pomponio Mela, que en su obra Chorographia hablaba de la mítica “La Isla de Thule”:

“Son cortas en ella las noches, porque el Sol se pone muy tarde, más en el invierno obscuras como en otras partes. En el estío claras, porque en tal tiempo levantándose ya más alto aunque él no se le parezca, alumbra todo lo que está cerca con la vecindad de su resplandor. Pero en el Solsticio no hay nada de noche, porque entonces ya más patente no solo muestra descubierta su luz y resplandor, sino  grande parte de su misma rueda[1]

Se dice que Pomponio Mela pudo haber llegado a las lejanas tierras de los normandos, a la misma Thule, patria ancestral de los pueblos europeos.

El Chronicon Albeldense nos dice:

“Eius tempore (reinando don Ordoño I de Asturias) Lordomani iterum venientes in Gallaeciae maritimis a Petro comite interfecti sunt[2]

También nos aporta datos el Chronicon Sebastiani:         

“Iterum Nordomani piratae per haec tempora ad nostra littora pervenerunt: deinde in Hispaniam perrexerunt, omnemque ejus maritiman gladio, igneque praedando ….”

Las fuentes musulmanas sitúan estas incursiones en el año 858. Los vikingos se internaron por la ría de Arousa (Pontevedra). Esta ría es ancha, dispone de numerosas playas donde es fácil desembarcar y establecer pequeñas fortificaciones. Al fondo de la ría se encuentra Iria Flavia, el puerto más próximo a Santiago de Compostela. Los vikingos sabían que era un santuario muy transitado por peregrinos, con un clero que atesoraba muchas joyas de oro y plata. En la “Elis saga ok Rosamundu”, Saga de Elías de Rosamunda, escrita entre 1126 y 1263 se cuenta:

“Mirad ahí está el hijo del viejo Julián, a quien él expulsó de su reino con ira e injustas acusaciones. No quisiera yo tal cosa de ninguna forma por todo el oro de Galicia[3].”

Los noruegos debieron llevar mucho oro de Galicia, pues en varias sagas asocian esta región con el oro.

El Chronicon Iriense también nos habla de la llegada de cien naves vikingas a las costas gallegas:

“Eo tempore C naves Normanorum in Gallaeciam venerunt, et post triennium ad propia sunt reversae[4].”

El historiador López Ferreiro[5] nos dice:

“Cual huracán se lanzaron por la ría de Arousa y pillaron cuanto quisieron en Iria Flavia, que era de aquella sede del obispado. La llegada de las noticias de la avalancha vikinga produjo la huida en trompa de todo el clero de Iria Flavia, buscando protección dentro de las murallas de Santiago de Compostela. Los vikingos una vez que consiguieron un gran botín en Iria Flavia, se dirigieron a Santiago, sitiando la plaza.  Los sitiados no tuvieron más remedio que pagar un tributo a los vikingos para librarse del saqueo. Sin embargo, a pesar de recibir el tributo, los vikingos quisieron entrar en Santiago. La llegada del conde don Pedro, del cual habla la crónica Albeldense, permitió levantar el sitio de la ciudad, matando a muchos vikingos.”

Debido a la dificultad de defender Iria Flavia de las incursiones de los vikingos, el cabildo solicitó al rey Ordoño I de Asturias que se llevase la sede episcopal a Santiago de Compostela, a unos 30 km de la costa. El rey envió una delegación al papa Nicolás I, quien lo autorizó pero con el cumplimiento de unas condiciones.

La derrota que les causó el conde don Pedro a los vikingos debió ser importante, pues de las cien naves con las que llegaron a Galicia, solo les quedaban 72. ¿Disponía el conde de una armada o la pérdida de hombres impidió a los vikingos tripular las 100 naves iniciales? Las fuentes no nos aclaran esta cuestión.

La flota vikinga levó anclas de la ría de Arousa y se dirigió hacia el sur. Las fuentes musulmanas nos dicen que los vikingos intentaron desembarcar en la costa portuguesa en el año 858. El cronista árabe Ibn Adari, nos informa que repelieron el ataque vikingo, apresando 2 barcos en los que encontraron oro, plata, prisioneros y municiones. Los setenta restantes barcos pusieron la proa hacia Andalucía, con la intención de remontar el Guadalquivir. Como vemos, los vikingos navegaban por estas costas con soltura, iban a tiro hecho. Después de saquear las márgenes del Guadalquivir, desembarcaron en Algeciras, saqueando la ciudad e incendiaron la mezquita. A continuación atacaron la costa del norte de África,  para después dirigirse a Murcia, desembarcando y tomando la plaza de Orihuela.

Los incansables vikingos, pusieron rumbo a la islas Baleares, haciendo incursiones en Mallorca, Ibiza y Formentera.

 Se acercaba el invierno y los vikingos deciden poner la proa de sus drakkars en dirección a la costa francesa donde piensan invernar. Realizan saqueos en la cuenta del Ródano. Toman en el Rosellón numerosas plazas: Arles, Elna, San Genis de Fontanes, etc. En Cataluña saquearon Ampurias y Bañolas. Habían logrado un gran botín y necesitaban invernar para reparar las naves y dar descanso a los hombres. En la Camarga, cerca del valle de Rodano establecen el campamento de invierno. De vuelta a las costas andaluzas, tuvieron algún encontronazo con los musulmanes en la desembocadura del Guadalquivir. En este momento las fuentes musulmanas dicen que las naves vikingas eran 62[6].

Los cronistas musulmanes Nowari y Ibn Khaldún cuentan que los vikingos remontaron el Ebro hasta la misma Pamplona haciendo prisionero al rey navarro don García. Este rey tuvo que negociar su liberación mediante el pago de 90.000 dinares. En su regreso volvieron a atacar la costa gallega, incrementando su tesoro.

En estas incursiones los vikingos no tenían intención de establecer un asentamiento permanente en España. Veremos en la tercera serie de incursiones, entre 968-971, como los normandos llegaron a Galicia con un poderoso ejército para establecer una nueva Normandía.

En el año 905, el rey de Asturias,  don Alfonso III mando construir un castillo para mejor defensa de la catedral de Oviedo contra los ataques vikingos.

“Navales gentilitas pirático solent exercitu properare[7].”








[1] La Geographia de Pomponio Mela, Madrid 1642, Libro III, cap. IV. Traducción de Luis Tribaldos.
[2] España Sagrada XIII, página 454.
[3] Elis saga ok Rosamundu. Ed. E. Kölbing. Heilbronn, 1881, cap. 2
[4] España Sagrada XX, página 602
[5] A. López Ferreiro, Historia de la Santa A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, tomo II, pág. 148.
[6] Vicente Almazán, Gallaecia Scandinavica, Editorial Galaxia, 1986, pág. 95.
[7] España Sagrada, XXXVII, pág. 216.

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