martes, 19 de junio de 2018

LOS MITOS EN EL ODINISMO


El Odinismo es una religiosidad que se fundamenta en mitos. Todos tenemos una idea general sobre qué es un mito, no obstante necesitamos reflexionar sobre que implica que nuestra religiosidad se fundamente en mitos y no en dogmas.

El mito nos habla de una historia sagrada, un acontecimiento primordial que sucedió al comienzo del tiempo. Mirce Eliade en su obra “Lo Sagrado y lo Profano” nos define con claridad que es el mito:

”La historia de lo acontecido en illo tempore, el relato de lo que los dioses o los seres divinos hicieron al principio”

Lo sagrado para nuestros antepasados era lo verdaderamente real, lo profano carece del fundamento ontológico del mito, careciendo de un modelo ejemplar, de un arquetipo.

La agricultura, la metalurgia, el comercio y en general todas las actividades esenciales para nuestros antepasados, tenían sus arquetipos en los mitos revelados por los dioses o lo héroes civilizadores. En nuestra sociedad, las actividades productivas se han desacralizado, convirtiéndose en actividades profanas, han perdido su vinculación con los mitos fundacionales de nuestra sociedad, siendo actividades extenuantes, grises, que carecen de una apertura hacia el mundo espiritual.

Las actividades profanas, por tanto desvinculadas de los modelos arquetípicos, nunca nos pueden satisfacer plenamente, nos podrán dar recursos económicos, pero no nos realizaremos plenamente en ellas. Esto lo vemos en nuestro día a día, pensando en el fin de semana o las vacaciones donde podemos desarrollar actividades que sí nos realizan, que dan sentido a nuestras vidas y que justifican nuestro trabajo laboral. La respuesta a este sin sentido del mundo laboral es incrementar nuestra religiosidad; cuanto más religiosos somos, mayor es la vinculación de lo que hacemos en cada momento con los mitos. En cada cosa que hacemos buscamos una conexión con lo que hicieron nuestros ancestros y los dioses. Aquí surge la necesidad de conocer bien la mitología, de interiorizarla para que de forma espontánea nos religue con lo sucedido al comienzo de los tiempos, ab initio.

Los mitos nos describen en ocasiones sucesos dramáticos, nos muestran facetas de la naturaleza divina y humana que entran en colisión. Nos hacen reflexionar sobre lo contradictorio de los impulsos humanos y la dificultad de encontrar el equilibrio en la vida. Dioses como Loki y sus hijos son un lado de la naturaleza que nos sobrepasa, que nos conducen de nuevo al caos, que en los primeros tiempos pareció vencido por los dioses, pero fue una victoria momentánea. En nuestras vidas debemos continuar la obra civilizadora de los dioses, somos los hombre de hierro que anhelamos vivir en Hiperboria o Thule.

Esta nostalgia de recuperar la edad de oro la sufrieron también nuestros ancestros y es una de las fuerzas psíquicas más poderosas. Sin esta nostalgia no tendríamos el deseo ni la fortaleza para encaminar la lucha que nos corresponde como hijos de Wotan. El Ragnarök está próximo o incluso vivimos inmersos en él. Nuestra forma de concebir la historia no es lineal, sino cíclica, cada suceso mítico no tiene principio ni fin, debemos concebirlo como un círculo o elipse, por tanto el nacimiento de los dioses y el Ragnarök están constantemente repitiéndose, manifestándose en nuestras vidas.

Los mitos nos explican por qué y cómo han surgido las cosas que nos rodean, sean estas galaxias, estrellas, planetas, montañas, ríos, plantas, animales, la humanidad, etc. La creación es una manifestación de la potencia divina en su plenitud. Como dice Mircea Eliade: “los dioses crean por exceso de potencia, por desbordamiento de energía”. Los mitos de la creación de seres son los más sagrados, en ellos la presencia divina adquiere su máximo poder. Constituyen los arquetipos máximos de la conducta del hombre religioso.
El hombre religioso se hace a sí mismo al realizar en su vida los arquetipos divinos.

La dificultad que nos surge, debido a que vivimos en una sociedad profundamente profana, es la reinterpretación de los mitos para que estos recuperen su capacidad de religarnos con lo divino. Muchas veces vemos los mitos como historias simpáticas, como comics de superhéroes, cuando son algo muy distinto.

Vamos a escoger un mito del Edda mayor, el Canto de Vafthrudnir, forma parte de los viajes en búsqueda de más conocimiento que Odín realiza por los nueve Mundos. En sus viajes, Odín penetra con su espíritu divino la esencia de los seres. En el Canto Vafthrudnir, Odín vista a un gigante del mismo nombre para poner a punto su teoría del conocimiento, su gnoseología.

Comienza el canto preguntando Odín a su esposa: ¿Debería yo visitar a Vafthrudnir? Le confiesa Odín a Frigg, que desea conocer al sabio gigante, hermanar secretos en un duelo a muerte. Su esposa, le responde que su consejo “es que en casa te quedes”. ¿Para que exponer su vida y con ella el devenir del Universo por adquirir un poco más de sabiduría, cuando atesora tanta? Además añade Frigg, que nadie tiene mejor juicio que ella.

Odín le responde “Mucho he viajado, mucho he aprendido. Mucho he preguntado a los Dioses. Me arriesgaré a visitar a Vafthrudnir y ver con mis ojos su morada”. Es mucho lo que se juega Odín, pero solo él sabe por qué es tan necesario este viaje.

Frigg, ante la decisión tomada por el padre de los Dioses, le desea su triunfo y que regrese sin daño.

Odín se presenta en el Palacio del Gigante y le dice: “Ardo en deseos de conocer si tú eres sabio a medias, o todo un sabio, tal como he oído.”

El gigante le responde quien es él para lanzar palabras amenazadoras. El juego mortal se pone en marcha: ”A menos que no seas de los dos el de más saber no abandonarás este Palacio con vida”.

Odín, se presenta como Gagnrad, como es costumbre en él, en sus viajes no revela su nombre auténtico, se mimetiza con los lugareños para poner en marcha sus planes. El gigante le hace a Odín cuatro preguntas que responde perfectamente. Pasa el turno de preguntas a Odín y el gigante responde con erudición cada una de ellas. Llega a la pregunta doceava y el gigante sigue sin fallar. Por el tipo de reto se entiende que el primero se equivoque perderá la cabeza, lo lógico sería que el gigante pasase a preguntar, pues esto le da la iniciativa al escoger que preguntará. ¿Cómo interpretar esto? Yo creo que el gigante llevado por su vanidad quiere dar una lección a Gagnrad: que contemple su grandeza.

Odín, de forma “humilde” (si es que podemos atribuir este concepto a Odín) a partir de la pregunta treceava comienza cada pregunta con el estribillo “Mucho he viajado, mucho he indagado, mucho a los dioses pregunté”

El gigante responde un sinfín de preguntas. Cuando Odín ya ha adquirido las respuestas que buscaba, hace una pregunta que solo él puede responder con la que la victoria es segura. Podría haber comenzado por esta pregunta y haber ganado sin arriesgarse, pero Odín vino a aprender cosas del gigante.

“¿Qué susurró Odín al oído de su hijo antes de que Baldr fuera llevado a la pira?”

El gigante es consciente de su error, se ha enfrentado a Odín y el juego ha terminado. Su autocomplacencia y vanidad le han matado.

“Solo tú sabes eso, lo que hace mucho tiempo dijiste en el oído de tu hijo: mis labios, a la muerte abocados dijeron mi antiguo saber y hablaron del Ragnarök”.

¿Necesitaba Odín confirmar o ampliar su conocimiento sobre el Ragnarök? Parece que si por las últimas palabras de Vafhrudnir. Cada uno de nosotros debemos indagar en la enseñanza que tiene para nuestras vidas. Odín es nuestro guía y no cuenta historietas.




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