El
Espíritu de Pueblo (Volksgeist)
En
todas las épocas los poderosos han intentado aumentar su poder hasta el límite
del aguante de los pueblos. Nuestra época no iba a ser distinta. Las ideologías
que pretenden imponer a todos los pueblos de la humanidad, sin importar sus
historias, costumbres, tradiciones y economías, la vemos avanzar lentamente.
Los
Odinistas, como comunidad religiosa no vamos a renunciar al legado de nuestros
ancestros, por mucho que nos pretendan convencer de las bondades de estas
ideologías creadas desde la ingeniería social.
Por
este motivo, los Odinistas reflexionamos sobre quiénes somos y hacia donde caminamos
juntos como pueblo constituido por los hijos de Gaut.
Nuestra
religión, como todos los politeísmos es respetuosa con todas las creencias,
pues opinamos que cada pueblo debe seguir su religión ancestral. Los odinistas
no queremos convertir a ninguna persona, ni convencerle de nuestra superioridad
moral. Simplemente queremos vivir conforme a las creencias de nuestros
ancestros.
Uno
de los conceptos más fecundos del Odinismo es el Espíritu del Pueblo
(Volksgeist). Este concepto fue desarrollado por filósofos europeos del siglo
XVIII para poner de relieve la naturaleza
de los distintos pueblos, en contraposición de la Ilustración, que negaba las
peculiaridades genuinas de cada grupo humano.
Hegel
(1770-1836) nos dice que el sentimiento que cada pueblo tiene de sí y de sus
posesiones, instituciones, costumbres, pasado, etc., constituye una entidad: es
el Espíritu del Pueblo (Volksgeist). Es un espíritu determinado por la
historia.
Herder
(1744-1803) define el Espíritu del Pueblo como las fuerzas creativas que
habitan inconscientemente en cada pueblo a través de su lengua, la poesía, la
historia, el derecho, etc.
En
un magnífico texto Herder condensa lo que nuestros ancestros nos han
transmitido a través del Espíritu de nuestro Pueblo:
“Puesto
que el hombre nace de una raza y dentro de ella, su cultura, educación y
mentalidad tienen carácter genético. De ahí esos caracteres nacionales tan
peculiares y tan profundamente impresos en los pueblos más antiguos que se
perfilan tan inequívocamente en toda su actuación sobre la tierra. Así como la
fuente se enriquece con los componentes, fuerzas activas y sabor propios del
suelo de donde brotó, así también el carácter de los pueblos antiguos se
originó de los rasgos raciales, la región que habitaban, el sistema de vida
adoptado y la educación, como también de las ocupaciones preferidas y las
hazañas de su temprana historia que le eran propias. Las costumbres de los
mayores penetraban profundamente y servían al pueblo de sublime modelo.”
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