martes, 26 de febrero de 2019

La Fuerza que Guía a Nuestro Pueblo


 El mundo microscópico se rige por unas leyes que rompen nuestros esquemas cotidianos, aquellos que nos permiten sobrevivir. El estudio de la materia y la energía no solo nos proporcionan una tecnología con la que tener una vida mejor; nos abren la mente a nuevos mundos gobernados por reglas absurdas, si creemos que nuestra experiencia cotidiana es la que rige lo que es lógico y posible. Cuando la humanidad sea capaz de jugar a su antojo con las propiedades de la materia, de la energía y del espacio, el ser humano podrá salir de las rígidas leyes que le aprisionan. Los Æsir fueron descritos por nuestros ancestros como hombres que poseían un poder indescriptible. Posiblemente, aunque avancemos mucho en el desarrollo científico y tecnológico, la esencia de la condición humana, de sus humildes orígenes, seguirá presente en las mentes de los ásatrúar de los próximos milenios. Al igual que nosotros encontramos en los mitos y tradiciones primigenios el fundamento de nuestro ser; nuestros descendientes, a pesar de haber evolucionado hacia nuevas formas de vida, se fundamentarán en la esencia del ser humano. La biología, la ecología y la cultura nos han condicionado como especie y como individuos. Debemos distinguir los elementos trascendentes de los contingentes, para transmitir un legado espiritual sólido que facilite a las futuras generaciones un crecimiento sin fisuras, sin crisis aniquiladoras. En la anatomía del ser humano distinguimos características que le han permitido evolucionar más rápido que otras especies como la corteza cerebral o las manos. Estas características son en sí mismas contingentes, podrían haber sido otras, pero han determinado nuestra cultura, nuestra ciencia (sistema de base diez debido a los diez dedos de las manos), nuestros idiomas (capacidad de articular palabras), nuestras creencias religiosas, etc. Sentimentalmente estamos vinculados a estas características, debemos saber reconocerlo y colocarlas en su justo lugar, como un nexo de unión con nuestros ancestros y nuestros sucesores. Mas nuestro futuro se abre hacia mundos regidos por leyes completamente extrañas a nuestra cultura, a nuestra historia. No podemos introducirnos en el mundo de la física de partículas, ni en las infinidades siderales del espacio; si no encontramos quienes somos realmente, si no reinstauramos los principios que han guiado a nuestro pueblo, apartando lo coyuntural y lo anecdótico, de lo esencial.

Renacidos de nuestras cenizas, con un espíritu puramente europeo nos adentraremos en la exploración de todas las dimensiones de nuestro Cosmos, desde lo minúsculo a lo infinito. Habrá un día que nuestros descendientes estarán establecidos a lo largo de nuestra galaxia, a distancias difícilmente compatibles con la esperanza de vida de un individuo. La fuerza que impulsará esta conquista será la misma fuerza que llevó a nuestros ancestros a fundar nuestras naciones y después expandir nuestra sociedad por el planeta. Esa fuerza es la esencia de nuestra ciencia, de nuestra cultura, de nuestra religión. Analicemos esa fuerza creadora, purifiquémosla y trasmitámosla acrecentada.  Demostrando que somos dignos hijos de los Æsir y de los héroes que han conformado nuestra cultura, nuestra sociedad, en definitiva, nuestro ser trascendente.




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