Odín
el Mago
Odín es un dios excepcional,
sobresale por sus numerosas dotes. Incialmente era un dios de la guerra y de
los guerreros. Posteriormente incrementó su sabiduría de tal forma que llegó a
ser el dios de la poesía y de la ciencia. Odín es un caso excepcional de
autosuperación y amor a la ciencia. Recorrió el Universo preguntando a todos
los seres, pues el saber está muy repartido y cada cual es sabio en un arte concreto.
En las Eddas vemos como Odín camina como un peregrino, con lo puesto, ligero de
equipaje, sin séquito. No duda en internarse en el país de los gigantes, sus
enemigos ancestrales para aprender su ciencia. Pregunta a los espíritus de las
aguas, de los bosques, a los elfos y hasta a los humanos. En Odín no hay
sobervia.
El tio de Odín, Mimir era el
guardian de la fuente de la sabiduría. Odín necesitaba incrementar sus
facultades intelectuales. Mimir solo le permtió beber de la fuente después de
entregar uno de sus ojos. Pasado el tiempo, Odín pudo devolver el favor a
Mimir. A causa de la tregua entre los Æsir y los Vanir, Mimir fue decapitado.
Odín encontró el remedio adecuado para mantener viva la cabeza de Mimir. Para
ello utilizó su magia y una cataplasma de barro y hojas.
En la Saga de los Ynglingos
(capítulos 4 y 7) se narra la guerra entre los Æsir y los Vanir. La guerra
duraba demasiado y no se veía un bando vencedor. Se llegó a una tregua en la
cual se pactaron las condiciones de una paz definitiva. Para ello, siguiendo la
tradición, cada bando entregaba a personajes notables como rehenes. Desde
Vanaheim se enviaron a Njördr, Freyr y Freyja. De Asgard se enviaron a Hoenir y
a Mimir. Los Æsir habían dicho a los Vanir que Hoenir era un hombre sabio, el
más adecuado para ser su rey, nombrando. Con el paso del tiempo los Vanir se
percataron que Hoenir no tomaba ninguna decisión sin consultar con Mimir. Se
sintieron engañados, pues pensaron que Hoenir estaba a la altura de los rehenes
que ellos habían entregado a los Æsir. En venganza decapitaron a Mimir. Odín
encontró en un camino el cuerpo decapitado de Mimir, pudiendo mantener con vida
su cabeza. De esta forma su sabiduría continuó estando disponible para los Æsir.
El
hidromiel de los poetas
es una bebida con gran poder mágico. Muchas pruebas tuvo que superar Odín para
conseguirlo. Se cuenta en el Skáldskaparmál LVII, que después de la tregua
entre los Æsir y los Vanir, estos decidieron formalizar la paz mediante un rito
de hermanamiento. Para ello ambas naciones de dioses decidieron escupir en una
vasija. Transformaron la saliva en un hombre al que llamaron Kvasir. Este
poseía una sabiduría como antes no se había visto.
Comenzó Kvair un viaje por
Midgard enseñando a los hombres y aprendiendo cosas nuevas. Dos enanos llamados
Fjalar y Galar deseaban para sí la sabiduría de Kvasir. Planearon matarlo, para
lo cual invitaron a Kvasir a su casa. Después de una breve conversación lo
mataron. Los enanos sabían que su sabiduría se encontraba en su sangre, en la
cual estaba el material genético de los dioses Æsir y Vanir. Extrajeron la
sangre y la depositaron en tres recipientes, mezclándola con miel, dando lugar
al hidromiel de los poetas.
Los dos enanos mataron al gigante
Gilling y a su esposa. El hijo de la pareja, Suttung se vengó atrapando a los
enanos, encadenándolos en unas rocas que la marea cubriría, con lo que los
enanos pagarían sus crímenes con la muerte por ahogamiento. Los enanos para
salvar sus vidas ofrecieron el hidromiel a Suttung. Este acepto el cambio,
recibiendo los tres recipientes que guardó en una cámara secreta, en lo más
profundo de la montaña de Hnitbjörf. La hija de Suttung, Gunnlod se encargó de
custodiarlo de día y de noche. Los Æsir
estuvieron buscando a Kvasir, y se enteraron de su triste final. Los enanos
dijeron que se había ahogado en su sabiduría al no encontrar una persona lo
suficientemente inteligente con la que compartir tal carga. Odín asumió la
responsabilidad de evitar que el hidromiel de los poetas cayese en manos de
los gigantes.
Se dirigió a Jotunheim bajo la apariencia de un hombre llamado
Bölverkr. En Jotunheim se dirigió a la granja de Baugi, un gigante hermano de
Suttung. Baugi precisaba mano de obra con urgencia. Los nueve sirvientes
humanos que tenía se habían matado entre sí en extrañas circunstancias.
Bölverkr hizo un trato con Baugi, el realizaría la tarea de los nueve
sirvientes hasta finalizar la temporada, a cambio el le ayudaría a tomar un
trago del hidromiel de Suttung. Bölverkr cumplió con éxito su duro trabajo,
Baugi debía cumplir su promesa. Se dirigió a la casa de su hermano Suttung y le
pidió un trago de hidromiel, recibió por respuesta un colérico no.
Bölverkr
cambió de estratagema. Entregó una barrena llamada Rati a Baugi, para que este
perforase un túnel en la montaña por el cual alcanzar la cámara donde se
guardaba el hidromiel. Baugi, atrapado entre su palabra a Bölverkr y el no
causar daño a su hermano, decidió mentir a Bölverkr. Le dijo que el túnel
estaba terminado, pero Bölverkr sopló y se dio cuenta que el polvo regresaba y
le manchaba. Baugi sigió perforando la montaña, llegando hasta la cámara.
Bölverkr, soplo comprobando que esta vez sí era cierto. Se transformó en un ofidio,
momento en el cual Baugi intentó matarlo golpeándole con la barrena, pero
Bölverkr la esquivó.
Al llegar a la cámara observó a
Gunnlod sentada en un taburete de oro. Bölverkr se presentó con forma humana a
la giganta. Durante tres días la sedujo, al final Gunnlod se enamoró de los
encantos de Bölverkr, entregándose a la pasión. Bölverkr le pidió a Gunnlod que
le diese a probar un trago de los tres recipientes donde estaba el hidromiel.
La giganta aceptó. De un trago vació Bodn, del segundo trago vació Són y del
tercero vació el caldero Odrerir. Una vez tenía el hidromiel en su estómago, se
transformó en un águila y se lanzó a un vuelo frenético por alcanzar Asgard.
Suttung vió elevarse el águila y supo que era Odín, transformándose en otra
águila, comenzando la persecución. Al divisar Asgard, Odín estaba a punto de
ser alcanzado debido al peso del hidromiel. Los Æsir pusieron vasijas para que
Odín pudiese verter el hidromiel de los poetas en ellas. Una pequeña porción
cayó fuera de las murallas de Asgard, es la denominada porción de los poetas
menores y aun hoy en día se puede encontrar.
Los magos también necesitan del
poder del hidromiel para interpretar las runas. En las inscripciones grabadas
en piedras en caracteres rúnicos se invoca a Odín con la finalidad de guiar e
inspirar a los magos. Se conservan piedras rúnicas por toda Escandinavia, el
norte de Alemania e Inglaterra. Algunas no son completamente descifrables al
contener caracteres mágicos, de significado desconocido en la actualidad. Los símbolos
mágicos más comunes son la cruz gamada, el martillo de Thor y el mistérico
triple cuerno entrelazado. Los magos a través del poder de Odín sabían donde se
encontraba un tesoro, los caminos que seguir en una ciénaga o en la espesura
del bosque. El poder de profetizar era
muy valorado por los germanos. Odín sacrificó un ojo para ver el porvenir.
En
la Ynglingasaga leemos que Odín era un maestro en el arte de la Seidhr, por
medio del cual conocía el destino de los dioses y los humanos. Era capaz de causar
desgracias, enfermedades o la muerte a sus adversarios. Freyja fue la maestra
de Odín en el arte mágico de Seidhr. Los Vanir durante la guerra que
sostuvieron con los Æsir emplaron hábilmente a su favor la magia. Los hombres
no podían usar las técnicas de la Seidhr, está producía una femeneidad que les
causaba espanto. Por esto quedó la Seidhr como un arte mágico propio de las
sacerdotisas. Entre los germanos era costumbre consultar a las mujeres las
cuestiones complejas, valoraban su realismo y valor para encarar las
situaciones más difíciles.
Odín como mago podía cambiar a
voluntad su aspecto físico, transformándose tanto en un ser humano como animal.
Para ello se tumbaba en el suelo, pasando por un estado similar a la muerte,
renaciendo en la forma de un pájaro, un águila o un humano.
Odín no permanecía indiferente
ante un combate, decantándose por uno de los contendientes. A sus enemigos los
podía paralizar de miedo, cegarlos o hacer que sus armas perdieran el filo o se
partieran como simples vidrios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario