En
el presente artículo vamos a realizar una reflexión sobre un concepto exógeno a
la espiritualidad indoeuropea que ha generado muchos problemas en la vida
de los europeos. El problema del mal en el mundo y su implicación en la moral
del pecado que han difundido las religiones abrahámicas. En España hasta hace
poco tiempo, cualquier crítica a los fundamentos ideológicos del cristianismo
estaba gravemente penada.
Aprovechando
la libertad religiosa y de pensamiento del orden constitucional vigente,
vamos a realizar una reflexión intelectual. Pensar implica la posibilidad de
equivocarse, aquellos que no compartan lo expresado en este artículo pueden
considerarlo un error de pensamiento, en el mismo sentido que cuando una
persona se equivoca al resolver una ecuación. Nuestro objetivo no es faltar al
respeto a las creencias religiosas de otras personas, los paganos consideramos
que cada grupo humano tiene derecho a tener su propia religión, ninguna
religión es mejor, ni más verdadera que otra. Simplemente deseo reflexionar
sobre un problema que como antiguo cristiano me generó muchas tensiones y del
cual no me liberé hasta que me reencontré con mi espiritualidad ancestral.
Para Cicerón, la virtud (virtus)
es la manifestación de una racionalidad (ratio) que reina en el Universo entero
(natura). La idea de un Orden inteligente la encontramos en la Odisea[1]: “Los Dioses establecieron
la medida de cada cosa y el fin de los hombres sobre la tierra, dispensadora de
vida”. Protágoras de Abdera dio un paso más afirmando: “El hombre es la medida
de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto
no son”.
En ninguna civilización humana el hombre
asumió el gobierno de la sociedad con tanta libertad y confianza en sus propios
medios, como la europea. En Occidente, solo después de la revolución francesa, el
cristianismo fue postergado al ámbito del individuo, después de muchas luchas
políticas y revoluciones. Una manifestación agnóstica hoy en día puede suponer
una pena grave en muchos países de religión abrahámica. Protágoras de Abdera, a
mediados del siglo V a.e.c. tuvo la lucidez de manifestar: “respecto a los Dioses, no tengo medios de saber si existen o no, ni cuál es su forma.
Me lo impiden muchas cosas: la oscuridad de la cuestión y la brevedad de la
vida humana.”. Las sociedades indoeuropeas durante el paganismo siempre se
manifestaron muy respetuosas con las creencias individuales, sería con la
imposición del cristianismo y del islamismo cuando los europeos perdieron su
libertad religiosa.
El politeísmo europeo es una de las manifestaciones de la objetividad y
rectitud psicológica de los indoeuropeos. Nuestros antepasados fueron
conscientes de la complejidad de la naturaleza; por lo tanto, para ellos era
imposible explicar los fenómenos naturales en función de dos tipos de fuerzas
antagónicas (buenos y malos). No era creíble para ellos establecer una religión
con un dios bueno (Yahvé) y otro dios malo (Satanás). La incongruencia del
monoteísmo abrahámico surge cuando, el dios todo poderoso creador y bondadoso,
crea un mundo regido por el mal. Un mal que no procede de Yahvé, sino de otro
dios, que no se explica bien cómo y por qué lo creó Yahvé.
El problema del mal[2]
en el mundo fue siempre fuente de herejías en las religiones abrahámicas. En el
fondo deberíamos preguntarnos, si realmente no serán satánicas las religiones
abrahámicas; que por medio de un culto masoquista fomenten el sentimiento de
pecado-placer, cuando hacen todo lo que prohíben sus religiones: lujuria,
robar, matar, mentir, engañar, odiar, gula, pederastia, etc. Sólo a través de
un culto satánico-masoquista, se podría justificar porque los fieles a las
religiones abrahámicas sienten tanto placer-pecado cuando cometen actos
contrarios a su famoso decálogo. Ahondando un poco más, nos preguntamos si es
posible que en su día a día, muchos de los fieles abrahámicos incumplan más
veces los mandamientos que los cumplen. ¿Por qué se peca tanto? ¿Es posible no
pecar de pensamiento, palabra, obra u omisión? ¿Por qué exigen conductas
imposibles las religiones abrámicas?
Una norma que se incumple más
veces que se cumple, debería ser abolida, a no ser que su incumplimiento genere
un placer especial, o dicho de otro modo; será posible que algunos fieles
abrahámicos, de forma inconsciente busquen en el sexo, la riqueza, el poder, la
fama, la gula, una ocasión para violar las leyes de Yahvé y dar culto a su
verdadero dios, Satanás. No buscarán un placer masoquista en el castigo divino
y su posterior perdón a través de la penitencia. ¿No será Satanás el lado
oscuro de Yahvé?, un mismo dios, si nos atenemos a su monoteísmo. Los
sacerdotes de una religión de este tipo posiblemente conseguirán el dominio
completo de la población. Por un lado las personas que cumplen devótamente los
mandamientos, de otro lado aquellas personas que los intentan cumplir pero
pecan. A través de las amenazas del castigo del infierno y del perdón (con su
componente de placer masoquista para el fiel y sádico para Yahvé) están
sometidos al confesionario. En una sucesión cuasi infinita de grados de
consciencia creciente de la verdad, tendríamos grupos de personas que son más o
menos conscientes de la vinculación entre Yahvé y Satanás; que a lo largo de la
historia se han mostrado a la sociedad como gnósticos, cátaros, satánicos,
masones, etc. Un ejemplo interesante sobre la posible vinculación entre Yahvé y
Satanás la podemos encontrar en algunos rituales y libros de divulgación
masónicos[3].
Para Hans Günther[4],
“en el interior del mundo reside el divino orden de las generaciones,
predispuesto para la conservación de la herencia genética, de aquel patrimonio
biológico hereditario que es un don de los dioses y que se perpetúa en núcleos
familiares elegidos: resulta así que la protección de la sangre representa una
exigencia que deriva directamente del Orden cósmico”.
La lucha central de los hombre
unidos a los Æsir contra las fuerzas del caos de Utgard, la encontramos en la
mitología griega en la Gigantomaquia, en la cual los Olímpicos unidos al mortal
Hércules se enfrentan a los Gigantes. Estas luchas deben entenderse en el
contexto del enfrentamiento entre las fuerzas civilizadoras y el caos, no
contra el mal. Es una lucha de los Dioses y de los héroes para construir una
sociedad donde impere el orden en beneficio del bien común, por tanto fuera del
maniqueísmo judeocristiano.
Para los indoeuropeos, la muerte
y el más allá no es una cuestión que genere una reflexión moral. En las
religiones indoeuropeas no existe un juicio después de la muerte, con un premio o un castigo. El indoeuropeo se guía en sus acciones por la razón fundada en su
ser, no por leyes morales exógenas.
[1] Hans Günther, op. cit. Homero, la Odisea,
Canto XVII, 592-593.
[2] En este párrafo hacemos una reflexión (hipótesis)
sobre la psicología de la religiosidad abrahámica. Respetamos las creencias de
los fieles abrahámicos y le deseamos una vida feliz y provechosa conforme a su religión. Los
paganos hemos sufrido miles de años de persecuciones, permítasenos un breve
exordio.
[3] La masonería regular es una institución
fundada por cristianos en Londres el 24 de junio de 1717 que admite a fieles de
religiones abrahámicas.
[4] Hans Günther, op.
cit. Pág. 84.