Los
primeros estudios centrados en la localización de la patria ancestral de los
protoindoeuropeos los realizó Th. Poesche en 1878, estableciéndola en las
orillas del Báltico[2].
Posteriormente K. Penka, situó la patria originaria de los indoeuropeos en Escandinavia.
K. Penka[3] llegó a la conclusión de
que los protoindoeuropeos eran rubios, altos, de piel y ojos claros,
dolicocéfalos y de constitución atlética. Estas características genéticas se
daban en Escandinavia preferentemente, pues en la región del Báltico, predomina
un fenotipo braquiocefálico, y de constitución menos alta. Desde el punto de
vista social, ambos autores creían que los protoindogermanos eran pueblos
sedentarios, con una agricultura desarrollada desde el paleolítico, condición
que Penka creyó encontrar en Escandinavia. Un argumento lingüístico aportado
por Penka, fue la existencia de las palabras mar (*mori) y haya
(*bhagos) en el vocabulario de todos los pueblos indogermanos,
por lo que la patria ancestral debería encontrarse en una región próxima al mar
y con bosques de hayas, datos que apoyaban la candidatura del sur de
Escandinavia.
El
arqueólogo alemán G. Kossina (1902)[4] propuso la hipótesis del
origen de los germanos y del resto de los indogermanos en el norte de Alemania
y el Sur de Escandinavia. De esta región partirían las diversas migraciones de
los pueblos indogermanos. Según G. Kossina los escandinavos y en menor medida
los germánicos, serían los indoeuropeos étnicamente y lingüísticamente puros,
al permanecer en la patria ancestral sin apenas contactos con otros pueblos
foráneos.
El
gran arqueólogo y antropólogo español Pedro Bosch Gimpera, en su excelente
obra, Los Indoeuropeos (1961)[5],
propone la hipótesis de la patria ancestral de los protoindogermanos o Urvolk en la cuenca del Danubio, la Urheimat.
La lengua original o Ursprache es el protoindoeuropeo.
Los
habitantes de la cuenta del Danubio, durante el mesolítico constituyeron los
antepasados de los pueblos indogermanos, en una cronología situada en torno al
VI a.e.c. En el neolítico se habrían formado dos grupos de pueblos indogermanos
en la región danubiana y póntica, procedentes del primer asentamiento. A partir
del III milenio a.e.c., grupos procedentes de la región danubiana emigraron
hacia Italia y los Balcanes. La presencia de los primeros griegos en Grecia, de
los hititas y de los luvitas en Anatolia debe ser relacionada con emigraciones
desde los centros Danubianos y Pónticos.
De
las estepas pónticas (en las cuales se encuentran las culturas de los kurganes)
partirán los indo-iranios, tanto hacia Europa central, donde se mezclarían con
otros pueblos indogermanos, como hacia el oriente. Entre los indogermanistas,
la hipótesis del origen europeo de los indogermanos es defendida por un grupo
de eruditos europeos. Aceptando esta teoría, los indogermanos hablan esta
lengua hasta el 2500 a.e.c. Iniciándose las oleadas de migraciones coincidiendo
con la Edad de Bronce, extendiéndose por toda Europa y Asia Suroccidental. Los
indogermanos consiguieron conquistar el continente debido a cierta superioridad
militar basada en el uso del caballo y de la metalurgia, está última adquirida durante
sus migraciones.
La
población existente con anterioridad a la llegada de los indogermanos poseía
una cultura neolítica, que actuaría de sustrato, tanto en el ámbito cultural
como lingüístico. La cultura y la Ursprache (la lengua de nuestros antepasados
indoeuropeos) se impusieron allí donde se establecieron (familia patriarcal,
linaje, tribu, Dioses Celestes, Épica, la guerra como filosofía de vida, etc.);
asimilándose parte de las culturas y lenguas preindogermánicas, con lo que se inició
la diferenciación entre los distintos grupos indogermanos. En el terreno
lingüístico, muy pocas lenguas se conocen anteriores a la llegada de los
indogermanos, algunas son el etrusco en Italia, en Grecia la lengua que se
escribía con el sistema A. En la Península Ibérica, el ibérico y el tartesio,
estas dos últimas recluidas en pequeñas regiones. En Francia el vasco y el picto
en Escocia.
En
Asia Menor, las lenguas preindogermánicas permanecieron vivas hasta el siglo V
a.e.c. siendo ejemplos las lenguas de los lidios, licios y carios.
Los
indoarios llegaron a Irán en torno al final del II a.e.c. Entre las principales
lenguas de Mesopotamia estaban el sumerio, el acadio, el hatí, el casita y el
elamita. En la India no se llegó a producir una completa indogermanización,
perviviendo en el sur y en el este del subocontinente, importantes grupos
lingüísticos como el munda y el drávida. En la Península Ibérica, los grupos
preindoeuropeos se mantuvieron más tiempo por dos factores:
·
La
distancia mayor desde el centro irradiador de la cultura indoeuropea.
·
Los
Pirineos frenaron la llegada de las migraciones, a lo cual se sumó la orografía
peninsular. Estos facilitó que dos lenguas identificadas como las de los íberos
y de los tartesios se mantuvieran vivas en tiempos de las primeras fuentes
griegas y romanas.
El
sustrato presente en Europa antes de la indoeuropeización, fue denominado como mediterráneo,
por darle un nombre, pues sus características son en gran medida inciertas y
vagas. El léxico y la toponimia que nos ha llegado es de difícil constatación,
pues ninguna lengua anterior a la indogermanización se ha conservado en la en
la cuenca mediterránea.
Se
considera que las lenguas indogermanas han asimilado algunas palabras del
substrato mediterráneo, como: vino,
asno, rosa, liebre, mundo, tesoro, cadáver, cáliz, cabello, signo, cuerno,
elefante, tímpano, copa, cubo, nardo, pino, ciprés, araña, dragón, lagarto,
cocodrilo, toro, etc.
En
los estudios toponímicos, se suele establecer que las raíces: *kar, *mal,
*lap, *pal, etc., son restos del legado lingüístico de
los pueblos del substrato mediterráneo[6].
El
concepto de substrato mediterráneo,
tuvo que ser ampliado a medida que los estudios toponímicos avanzaban,
encontrándose palabras pertenecientes al substrato mediterráneo en las islas Británicas, Países Bajos, Europa Centra,
el Báltico, Asía Menor y hasta la India. El indogermanista V. Pisani, lo
rebautizó como substrato indo-mediterráneo.
Los
topónimos del substrato mediterráneo,
no se han podido explicar a partir de estudios etimológicos con las lenguas no
indoeuropeas conocidas en la actualidad en Europa (picto, vasco, etrusco,
íbero). Por esta razón se ha supuesto que tanto el vasco como el ibero no
procedían de Europa, ni del norte de África, en cambio podrían proceder del
Cáucaso, donde los geógrafos griegos situaron una tribu denominada íberos, que
formó el reino de Iberia del Cáucaso. En cambio se ha podido demostrar que el
etrusco procede de Asia Menor.
Para una discusión más detallada y técnica de
este apartado puede verse en la bibliografía varios textos que abordan esta
cuestión.
[2] Francisco Villar Liebana, et al., Lenguas,
Genes en la Prehistoria de Europa y Asia Sudoccidental. Universidad de
Salamanca, 2011. Ebook, página 24.
[3] Francisco Villar Liebana, et al., Lenguas,
Genes en la Prehistoria de Europa y Asia Sudoccidental. Universidad de
Salamanca, 2011. Ebook, página 19.
[4] Francisco Villar, Los Indoeuropeos y el Origen
de Europa, Editorial Gredos, 1991, Madrid. Pág. 34.
[5] Francisco Villar Liebana, et al., Lenguas,
Genes en la Prehistoria de Europa y Asia Sudoccidental. Universidad de
Salamanca, 2011. Ebook, página 12.
[6] Francisco Villar Liebana, et al., Lenguas,
Genes en la Prehistoria de Europa y Asia Sudoccidental. Universidad de
Salamanca, 2011. Ebook, página 14.
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