La estirpe de los volsung estaba destinada a jugar un papel importante
en el devenir de Midgard. Sigi era
tenido por hijo del mismísismo Odín. Con grandes esfuerzos consiguió formar un
pequeño reino, siempre amenazado por otros reinos rivales. Le sucedió como rey
su hijo Rerir. Durante muchos años
Reirir y su esposa esperaron un heredero, pero no llegaba. Elevaron sus
peticiones al Alfather que les escucho y les envió una manzana para que la tomase la mujer. Al poco tiempo quedó en cinta de un niño que se llamaría Volsung. Este aumentó el renombre de su
linaje y con ello las envidias de las familias rivales. Uno de los hijos de
Volsung sobresalió sobre los demás, fue Sigmund.
Los nobles burgundios se habían reunido en torno a una encina. Había anochecido
cuando entró un desconocido, con aspecto de caminante, vestido con un rústico
manto y cubierto con un sombrero de ala ancha. Este vagabundo llevaba una
costosa espada que clavó en medio del tronco de una encina. Les anunció a los
congregados que la espada pertenecería a aquel que la extrajese. Los nobles se
turnaron para intentar extraerla, parecía imposible hasta que el último en
intentarlo, Sigmund la sacó sin apenas exfuerzo. Sigmund con su espada Nothung incrementó la gloria de su
linaje. Pasaron los años y un día Sigmund se enfrentó en un combate a un grupo
de guerreros, entre los que estaba un tuerto, con un sombrero de ala
ancha que portaba una lanza. Sigmund golpeó la madera de lanza, partíendose
Nothung. El tuerto hirió a Sigmund, quedándole solo el tiempo necesario para
pedir a sus amigos que recogiesen los pedazos de Nothung para que su hijo, Siegfried
pudiera volver a forjarla. De esta leyenda se conservan varias
versiones, las más importantes son el Cantar de los Nibelungos y la Saga de los
Volusung. Wagner se basó fundamentalmetne en el Cantar de los Nibelungos para
componer su tetralogía, el Anillo del Nibelungo (Der Ring des Nibelungen).
En la Saga Volsunga, el traicionero rey Sigger, se apodera de sus nueve cuñados, los Volsung, a los cuales encadena en una viga. Una loba los devora, a excepción de Sigmund, el cual se libra de la muerte por una estratagema de su hermana Signy. Sigmund fue escondido en una cabaña, en lo profundo del bosque, donde Signy le llevaba alimentos, esperando del momento apropiado para la venganza.
En la Saga Volsunga, el traicionero rey Sigger, se apodera de sus nueve cuñados, los Volsung, a los cuales encadena en una viga. Una loba los devora, a excepción de Sigmund, el cual se libra de la muerte por una estratagema de su hermana Signy. Sigmund fue escondido en una cabaña, en lo profundo del bosque, donde Signy le llevaba alimentos, esperando del momento apropiado para la venganza.
Cuando los dos primeros hijos de Signy alcanzaron los diez años, Sigmund
probó su valor, resultando que eran cobardes. Por consejo de Sigmund,
Signy mató a sus dos hijos. Sigmund y Signy decidieron tener un hijo para
perpetuar el linaje de los Volsung; portador del la genética de Wotan, a punto de
desaparecer después del asesinato de sus ocho hermanos. El fruto de esta
relación fue Sinfjotli (Siegfried).
Al llegar a los 10 años, decidieron probar el valor de Sinfjotli, para ello Signy
le cosió a los puños una camisa y después se la arrancó de un tirón. Los hijos
de Siggeir, había gritado de dolor, mientras que Sinfjotli al ser preguntado
por su madre, responde que a un Volsung no le preocupan una cosa tan nimia. A
continuación, Sinfjotli es enviado para ser probado por su padre, el cual le
somete a la misma prueba, que con anterioridad había constatado la cobardía de
los hijos de Siggeir.
Le ordena amasar un pan, utilizando
un saco de harina en el que hay una serpiente. Al regresar a la cabaña por la
noche, Sigmund ve el pan horneado, preguntándole a Sinfjotli, si no había visto
algo en el saco de harina, a lo que responde que le pareció ver algo, pero no
le dio importancia, amasándolo todo junto.
Un día caminando por el bosque Sigmund y Sinfjotli, encontraron dentro de
una cabaña dos pieles de lobo curtidas. Se vistieron las pieles y cuando
quisieron quitárselas no fueron capaces; transformándose en hombres lobo,
aullando como lobos. Siendo capaces de entender el lenguaje de los lobos. Se
separaron, acordando no pedir ayuda, a menos que siete hombres les atacasen a uno de ellos. Libraron ambos grandes combates, matando a muchos
guerreros. En una ocasión Sinfjotli mató a una banda de once guerreros. Después
de diez días pudieron quitarse las pieles, quemándolas.
Un joven se transforma en berserker, como resultado de una iniciación mágico-religiosa,
que transmuta su naturaleza. El coraje, el valor, la fortaleza son cualidades
propias de todo guerrero, pero un berserker tiene una naturaleza sobrehumana
que procede de las fuerzas que rigen el Cosmos, representadas en este caso en
el Lobo y el Oso. En el ámbito celta irlandés, la iniciación de Cuchulainn presenta
muchos elementos similares y otros complementarios, entre los que destaca el
furor guerrero “Ferg” equiparable al “Wut” germánico, al “Menos”
de Homero, al “Tapas” y al “Kratu” (energía ardiente del guerrero
de Indra) de los vedas. Este fuego interno que irradia Cuchulainn en el combate
es tan violento que su tío, el rey del Ulster tiene que enviarle varias mujeres
desnudas y unas tinajas de agua helada para enfriarlo, antes de que llegue
a la corte; pues mataría a todos los soldados del rey que encontrase en su
camino. La ira y el calor inducidos por el combate violento, llevan al héroe a
acceder a una dimensión de su espíritu que lo conecta con un poder sagrado.
Esta vinculación es la energía sagrada, que constituye la finalidad de la iniciación
guerrera, siendo temida por la sociedad por su poder destructivo.
Wotan, domina en grado superlativo el arte de los chamanes. Para logar este
conocimiento se impuso a sí mismo una prueba iniciática, con la finalidad de
auto-regenerarse. Permaneció colgado durante nueve noches de un árbol, herido
de una lanzada producida por Gungnir. Golpeado por el viento, colgado en una
rama de Yggdrasil. Wotan esperó durante nueve noches a que alguien le aliviase de
ese sufrimiento, pero fue en vano. A la novena noche, observó en sus pies unas
runas, para levantarlas gimió de dolor. El poder de las runas puso fin a la prueba.
Cayó sobre el suelo y Wotan sintió que rejuvenecía, repleto de energía cósmica.
No contento con su metamorfosis, Wotan pidió a Mimir volver a beber del pozo (o
fuente) de la sabiduría y de la ciencia.
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