domingo, 28 de abril de 2019

El Problema del Mal en la Moral Abrahámica


En el presente artículo vamos a realizar una reflexión sobre un concepto exógeno a la espiritualidad indoeuropea que ha generado muchos problemas en la vida de los europeos. El problema del mal en el mundo y su implicación en la moral del pecado que han difundido las religiones abrahámicas. En España hasta hace poco tiempo, cualquier crítica a los fundamentos ideológicos del cristianismo estaba gravemente penada.
Aprovechando la libertad religiosa y de pensamiento del orden constitucional vigente, vamos a realizar una reflexión intelectual. Pensar implica la posibilidad de equivocarse, aquellos que no compartan lo expresado en este artículo pueden considerarlo un error de pensamiento, en el mismo sentido que cuando una persona se equivoca al resolver una ecuación. Nuestro objetivo no es faltar al respeto a las creencias religiosas de otras personas, los paganos consideramos que cada grupo humano tiene derecho a tener su propia religión, ninguna religión es mejor, ni más verdadera que otra. Simplemente deseo reflexionar sobre un problema que como antiguo cristiano me generó muchas tensiones y del cual no me liberé hasta que me reencontré con mi espiritualidad ancestral.

Recuerden, aquellos que no admiten críticas al cristianismo, que durante casi mil años la Santa Inquisición quemó a personas por el delito de no pensar como la Santa Madre Iglesia. Los famosos polemistas cristianos de los primeros siglos, criticaron el paganismo sin ruborizarse al decir falsedades y tergiversaciones. Nuestro deseo es realizar una reflexión sería, racional y objetiva sobre el problema del mal en la moral abrahámica. La cual se fundamenta en dos principios indemostrados: la Iglesia posee la Verdad Absoluta y toda transgresión a su decálogo engendra pecado (mal). Sirvan estás palabras en memoria a los héroes de la libertad religiosa. Hail Wotan!!!

Para Cicerón, la virtud (virtus) es la manifestación de una racionalidad (ratio) que reina en el Universo entero (natura). La idea de un Orden inteligente la encontramos en la Odisea[1]: “Los Dioses establecieron la medida de cada cosa y el fin de los hombres sobre la tierra, dispensadora de vida”. Protágoras de Abdera dio un paso más afirmando: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son”.

 En ninguna civilización humana el hombre asumió el gobierno de la sociedad con tanta libertad y confianza en sus propios medios, como la europea. En Occidente, solo después de la revolución francesa, el cristianismo fue postergado al ámbito del individuo, después de muchas luchas políticas y revoluciones. Una manifestación agnóstica hoy en día puede suponer una pena grave en muchos países de religión abrahámica. Protágoras de Abdera, a mediados del siglo V a.e.c. tuvo la lucidez de manifestar: respecto a los Dioses, no tengo medios de saber si existen o no, ni cuál es su forma. Me lo impiden muchas cosas: la oscuridad de la cuestión y la brevedad de la vida humana.”. Las sociedades indoeuropeas durante el paganismo siempre se manifestaron muy respetuosas con las creencias individuales, sería con la imposición del cristianismo y del islamismo cuando los europeos perdieron su libertad religiosa.

El politeísmo europeo es una de las manifestaciones de la objetividad y rectitud psicológica de los indoeuropeos. Nuestros antepasados fueron conscientes de la complejidad de la naturaleza; por lo tanto, para ellos era imposible explicar los fenómenos naturales en función de dos tipos de fuerzas antagónicas (buenos y malos). No era creíble para ellos establecer una religión con un dios bueno (Yahvé) y otro dios malo (Satanás). La incongruencia del monoteísmo abrahámico surge cuando, el dios todo poderoso creador y bondadoso, crea un mundo regido por el mal. Un mal que no procede de Yahvé, sino de otro dios, que no se explica bien cómo y por qué lo creó Yahvé.

El problema del mal[2] en el mundo fue siempre fuente de herejías en las religiones abrahámicas. En el fondo deberíamos preguntarnos, si realmente no serán satánicas las religiones abrahámicas; que por medio de un culto masoquista fomenten el sentimiento de pecado-placer, cuando hacen todo lo que prohíben sus religiones: lujuria, robar, matar, mentir, engañar, odiar, gula, pederastia, etc. Sólo a través de un culto satánico-masoquista, se podría justificar porque los fieles a las religiones abrahámicas sienten tanto placer-pecado cuando cometen actos contrarios a su famoso decálogo. Ahondando un poco más, nos preguntamos si es posible que en su día a día, muchos de los fieles abrahámicos incumplan más veces los mandamientos que los cumplen. ¿Por qué se peca tanto? ¿Es posible no pecar de pensamiento, palabra, obra u omisión? ¿Por qué exigen conductas imposibles las religiones abrámicas?

 Una norma que se incumple más veces que se cumple, debería ser abolida, a no ser que su incumplimiento genere un placer especial, o dicho de otro modo; será posible que algunos fieles abrahámicos, de forma inconsciente busquen en el sexo, la riqueza, el poder, la fama, la gula, una ocasión para violar las leyes de Yahvé y dar culto a su verdadero dios, Satanás. No buscarán un placer masoquista en el castigo divino y su posterior perdón a través de la penitencia. ¿No será Satanás el lado oscuro de Yahvé?, un mismo dios, si nos atenemos a su monoteísmo. Los sacerdotes de una religión de este tipo posiblemente conseguirán el dominio completo de la población. Por un lado las personas que cumplen devótamente los mandamientos, de otro lado aquellas personas que los intentan cumplir pero pecan. A través de las amenazas del castigo del infierno y del perdón (con su componente de placer masoquista para el fiel y sádico para Yahvé) están sometidos al confesionario. En una sucesión cuasi infinita de grados de consciencia creciente de la verdad, tendríamos grupos de personas que son más o menos conscientes de la vinculación entre Yahvé y Satanás; que a lo largo de la historia se han mostrado a la sociedad como gnósticos, cátaros, satánicos, masones, etc. Un ejemplo interesante sobre la posible vinculación entre Yahvé y Satanás la podemos encontrar en algunos rituales y libros de divulgación masónicos[3].

Para Hans Günther[4], “en el interior del mundo reside el divino orden de las generaciones, predispuesto para la conservación de la herencia genética, de aquel patrimonio biológico hereditario que es un don de los dioses y que se perpetúa en núcleos familiares elegidos: resulta así que la protección de la sangre representa una exigencia que deriva directamente del Orden cósmico”.

La lucha central de los hombre unidos a los Æsir contra las fuerzas del caos de Utgard, la encontramos en la mitología griega en la Gigantomaquia, en la cual los Olímpicos unidos al mortal Hércules se enfrentan a los Gigantes. Estas luchas deben entenderse en el contexto del enfrentamiento entre las fuerzas civilizadoras y el caos, no contra el mal. Es una lucha de los Dioses y de los héroes para construir una sociedad donde impere el orden en beneficio del bien común, por tanto fuera del maniqueísmo judeocristiano.
Para los indoeuropeos, la muerte y el más allá no es una cuestión que genere una reflexión moral. En las religiones indoeuropeas no existe un juicio después de la muerte, con un premio o un castigo. El indoeuropeo se guía en sus acciones por la razón fundada en su ser, no por leyes morales exógenas.






[1] Hans Günther, op. cit. Homero, la Odisea, Canto XVII, 592-593.
[2]  En este párrafo hacemos una reflexión (hipótesis) sobre la psicología de la religiosidad abrahámica. Respetamos las creencias de los fieles abrahámicos y le deseamos una vida feliz y provechosa conforme a su religión. Los paganos hemos sufrido miles de años de persecuciones, permítasenos un breve exordio.
[3] La masonería regular es una institución fundada por cristianos en Londres el 24 de junio de 1717 que admite a fieles de religiones abrahámicas.
[4] Hans Günther, op. cit. Pág. 84.

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