lunes, 26 de diciembre de 2022

Los Suevos crean el primer reino independiente del Imperio Romano

 

Las tropas Imperiales de Constantino, al mando de su hijo Constante, derrotaron a los aristócratas teodosianos, los cuales se mostraron en el campo de batalla más débiles de lo pronosticado, prueba de la poca aceptación del poder aristocrático entre la población hispana. Los rebeldes Dídimo y Veriniano fueron capturados por las fuerzas de Constante que los envió a Arles donde fueron condenados a muerte por sus crímenes. El césar Constante traspasó el mando de las tropas al general Geroncio que reforzó las guarniciones Pirenaicas; regresando Contante victorioso a Arles. Los bárbaros a fines de septiembre de 409 eran conocedores de la delicada situación del emperador de Rávena, Honorio, que había perdido Roma tras el asalto de los visigodos de Alarico y el resurgimiento del Imperio de las Galias. Cruzaron los Pirineos, donde las guarniciones de Geroncio en lugar de impedirles el paso se unieron a ellos[1]. Geroncio vio el momento de independizarse y se alzó en contra del emperador Constantino III proclamando a su pariente Máximo emperador de Hispania. Se intuye una provechosa alianza entre los bárbaros capitaneados por Gunterico y Máximo. El asentamiento de las familias bárbaras fue legalizado por el emperador Máximo, aplicando posiblemente la ley romana “ad inhabitandum”, esta hipótesis se funda en el texto de Hidacio que narra la ocupación y asentamiento[2]. Transcurridos dos años, según narra Hidacio, los bárbaros se repartieron Hispania a suertes. Gallaecia correspondió a los Suevos y Vándalos. Los Suevos se establecieron en los conventos jurídicos Lucense y Bracarense. Los Alanos ocuparon la provincia Cartaginense y los vándalos silingos la Bética. El emperador Máximo se reservó el dominio pleno de la Tarraconense y el Imperio de las Hispanias. Reinhart opina que los bárbaros firmaron un pacto con el emperador por el que se estableció un reparto de los fundíos entre los terratenientes civiles y eclesiásticos y los pueblos bárbaros. Esta pérdida de tierras y rentas se la causante del resentimiento de Hidacio y la aristocracia contra los bárbaros que se plasmará en la apocalíptica visión de la situación social que rezuma en el Cronicón. De los lotes repartidos, los suevos obtendrán un tercio y los dos tercios restantes volverán a manos de la aristocracia.

La rápida ocupación[3] de la Península por los bárbaros se justifica, tanto por la falta de apoyo por parte de la población hispana a las autoridades / oligarquías provinciales, como por la escasez de tropas imperiales de calidad. Las fuerzas bárbaras no son fáciles de cuantificar. Procopio en Bellum Vandalicum (I, 5) dice cruzaron el estrecho de  Gibraltar unos 80.000 vándalos y alanos. Los cuado-suevos se estiman en unos 30.000 a 35.000[4], de los cuales unos 9.000 serían guerreros. La población de Hispania estaría en torno a los siete millones.







Extraído del Libro: Los suevos Libertadores de Hispania, autor: Fernando López de Prado López

[1] Wilhelm Reinhart, opus cit., pág. 29.

[2] Wilhelm Reinhart, opus cit., pág. 29.

[3] Orosio, opus cit., pág. 428: “los germanos de los territorios más lejanos barren y se apoderan de Hispania”. El reino suevo de los Cuados estaba situado  la actual Eslovaquia, la región más oriental.

[4] Wilhelm Reinhart, opus cit., pág. 38.



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